Fue hace un par de noches, huyendo de la pobre programación que las cadenas de televisión ofrecen entre los numerosos minutos de publicidad, que pudimos, mi mujer y yo, ver un documental donde militares norteamericanos que participaron en la guerra de Irak hablaban de su experiencia en el frente y como, al escribirlas en sus blogs, les ayudó a mostrar lo que ocurría realmente allí y a liberarse de la carga emocional que provocaba en ellos lo que veían y vivían. Por supuesto el documental sólo mostraba un único punto de vista, el del combatiente de las fuerzas aliadas, y aparecían frases tan épicas y grandilocuentes como: "Nuevamente el árbol de la libertad se ha regado con la sangre de los patriotas", lo cual lleva a coger con pinzas el mensaje que trataba de enviarnos. Pero eso me llevó a pensar en que clase de libertad trata occidente de exportar al resto del mundo, en muchos casos a través del poder de las armas y el intervencionismo en la política y la economía de dichos países.
Libertad, bonita palabra por la que muchos han luchado, matado e incluso esclavizado a un semejante, pero al fin y al cabo una palabra que define algo abstracto, incapaz de ser entendido, ni casi definido por la humanidad. Sin embargo, la hemos convertido en la sustituta perfecta de otro abstracto, como es Dios, en las nuevas cruzadas que moviliza a occidente contra los infieles.
Paradojicamente hemos creado leyes y normas que nos protejan de la libertad, pues estaremos de acuerdo que la libertad absoluta es imposible para los humanos. Cimentamos las sociedades democráticas en unas libertades básicas, como son, entre otras, las libertades de expresión, culto religioso, asociación, tránsito y pensamiento. Pero habría mucho que debatir, y a infinidad de noticias de la actualidad me remito, si estas sociedades democráticas son totalmente libre en esos aspectos. Sin embargo tratamos de exportar e imponer, con las armas si fuera necesario, tal concepto de pseudo-libertad.
Si derramamos sangre para regar tan alto valor, lo más que podremos cosechar es dolor y rencor, que nos conduce al odio entre culturas. La libertad no es más que un concepto inventado por el hombre sin más sentido que el del propio corazón de este. Ante el corazón de un hombre en esencia malo, la libertad se convierte sólo en una excusa con la que conseguir sus fines, y si es un poco listo, hará que sean otros los que luchen por conseguirla. Si el corazón del hombre es en esencia bueno, la libertad es uno de los mejores motivos por los que morir, que no por los que matar, y es en la figura de Ghandi donde encontramos un fiel ejemplo. La humanidad frente al concepto de libertad, es como un niño pequeño ante un revolver, no sabe definirlo, no sabe para que sirve ni como usarlo, y lo más que puede conseguir con él es volarse la cabeza a si mismo o a quien tenga al lado.
Al final y en pleno siglo XXI occidente sigue envuelto en sangrientas cruzadas, ahora en nombre de la libertad, que tratan de salvar a otras culturas de sus erróneas creencias y de ellos mismos, cuando es incapaz de dar libertades básicas a sus propios ciudadanos y donde la inmensa mayoría, unos más y otros menos, aunque puede que no aprueben los métodos, están de acuerdo en que se debe salvar a esos pueblos.
La humanidad es en esencia y por naturaleza una especie que nunca podrá alcanzar la libertad, pues es esclava de sus necesidades, emociones y deseos, agravado por el hecho que pese a tener la inteligencia para poder elegir, siempre opta por el camino del sometimiento.