Locura de semana: Valencia, Bilbao, Alicante, Santander, Madrid, Pamplona y todavía me queda una sesión en Barcelona mañana sábado. El jueves, en Pamplona, estuve trabajando con un centenar de alumnos de Bachillerato de un colegio para orientarles un poco en su carrera académica y profesional. Eran chicos brillantes, curiosos, muy válidos, educados y bien formados. Querían comerse el mundo, llegar lejos, dejar huella.
Hace años, un señor muy creyente pedía a Dios una luz que le iluminara el camino a seguir. Un día, paseando por el bosque vio a un cervatillo tumbado en el suelo, herido con una pierna medio rota. Se quedó mirándolo detrás de un árbol y de pronto apareció un puma. El hombre se quedó helado. Imaginó al puma comiéndose al cervatillo de un bocado, y después, no satisfecho, comiéndoselo a él mismo.
El puma se acercó al cervatillo, pero en vez de comérselo, comenzó a lamerle las heridas. Acercó algunas hojas y ramas húmedas para darle de beber y de comer.
El hombre, sorprendido, volvió a su casa. Cuando al día siguiente regresó al bosque, encontró al cervatillo aún tumbado y al puma junto a él, cuidándolo. El hombre se dijo: esta es la señal clara que yo estoy buscando. "Dios se ocupa de proveerte de lo que necesitas para vivir, y por tanto lo que hay que evitar es ser ansioso y desesperarse corriendo detrás de las cosas". Así que volvió a su casa y se quedó esperando para que alguien le trajera de comer y de beber.
Pasaron horas, días... una semana. Pero nadie le daba nada. Ponía cara de cervatillo herido, pero nadie le ayudaba. A los ocho días, un anciano se paró junto a él, y el hombre le dijo:
- Dios me engañó. Me envió una señal equivocada. ¿Por qué lo hizo? - Y le contó lo que había visto en el bosque.
El sabio le respondió:
- Dios no manda señales en vano. ¿Qué haces tú, que eres un puma fuerte y bravo para luchar, comparándote con un cervatillo? Tu misión es buscar algún cervatillo a quien ayudar, encontrar a alguien que no pueda valerse por sus medios.
Y es que cuando diseñamos nuestra vida, no debemos pensar tanto en cómo nos tratan los demás, sino en cómo vamos a utilizar nuestras cualidades y capacidades para ayudar a los que nos rodean. Para hacerles la vida mejor.