Revista Maternidad

Eres una mamá pato

Por Mugen

Lo de la nueva generación me da mucha pereza; sí, todo se verá más bonito pero hay que pasar de nuevo por caja. ¿Qué ventajas obtenemos entonces con ella? ¿Sólo mejores gráficos? En parte sí, pero estos mejores gráficos no sólo sirven para que los juegos de matar sean más realistas, también para que las relaciones que tengamos con un secundario nos parezcan más reales y nos comprometan más.

Eres una mamá pato.

En el fondo todos tenemos a una mamá pato en nuestro corazón, una mamá dulce, palmípeda y cariñosa a la que le encanta proteger a sus polluelos. La tecnología, los pedos ultrarealistas, las luces, los motores de partículas y todas esas gaitas pueden quedar muy chulas en esos vídeos demostrativos de demonios, fulanas en mundos mágicos y batallas del espacio, pero ahí queda la cosa. Yo flipé con Midgar y era una caca tecnológica, la sensación en sí va a ser la misma que si ahora me plantan Midgar con un motor nuevísimo. Pero cambia cuando esa tecnología no busca sorprendernos, sino sacar de la charca a la mamá pato amantísima que todos llevamos dentro.

Ico fue el primero donde mi mamá pato salió a la luz. La tímida tecnología se unió a un estilazo gráfico maravilloso. Le gritaba a la pantalla y a la amiga de blanco: “corre, joder, que es que pareces tonta, ¿no ves que esas sombras te quieren llevar con ellas?”. Como una buena mamá  aplicaba mi “amor duro”… ella no me hacía ni puto caso, pero había que insistir. Un pasito más adelante y llegó Heavy Rain donde el molar tecnológico nos hacía querer a nuestro polluelo, perdido y secuestrado. Quantic quería que nos preocupáramos por el chaval; sólo que al final todo quedó en un cisne negro raro, porque el pato daba más bien grima.

Ninja Theory nos planteó la historia de un hombre simio y su compi pelirroja a la que proteger en el maravilloso Enslaved. Aquí se jugó con las capacidades de las máquinas de ahora, pero más con el preciosismo que Ninja Theory es capaz de imprimir a cada una de sus obras, el único motivo por el que decimos “Venga vale, aceptamos emo punkarra como Dante” al nuevo DMC. Ahora Naughty Dog apuestan por otro mundo fastidiado y la combinación niña desprotegida ( eh, que ahora no tanto, que ya han tardado en sacar el vídeo de “las chicas también molan” con la chavala esgrimiendo una pistola) con hombre fuerte. Posiblemente a Naughty les salga bien la jugada, porque si algo hemos aprendido es que la cinemática bien hecha ayuda mucho a la complicidad, y Naughty sabe de cinemáticas. La tecnología se sigue aliando para implicarnos más en este tipo de relaciones; y ya no sólo son los gráficos, sino también la banda sonora, los planos de cámara, las luces, las sombras, etc.

Porque conseguir que este tipo de relaciones ahonden en nosotros, que nos preocupemos de que nuestro patito salga bien del cascarón y no se lo coma un cocodrilo requiere de una dirección perfecta. Nos hace falta creernos lo que estamos viendo. En Ico, nos tragamos la realidad de Ueda. Empleó unas artimañas fantásticas para ponernos en la piel; todo muy controladito para no dejar nada al azar. Sin embargo Heavy Rain meó fuera del tiesto y la unión afectiva con nuestro hijo se fue al traste; quizás un guión un poco chusco al final, quizás que las expresiones eran churreras, quizás…

Quizás la historia dejé a Heavy Rain como otro de los borradores de Quantic Dream para hacer por fin la experiencia definitiva de aventuras interactivas. Esperemos a ver qué tal ese Beyond Souls.

Eres una mamá pato.

Ay qué rico, una siestica

Porque al final la línea que separa que seamos una mamá pato o un padre de Nelson consiste en plantear, como estudio, cómo poder aplicar la tecnología disponible en relación con el grado de implicación que queremos conseguir por parte del jugador. Manda huevos que haya tenido que venir Tell Tale Games a explicarle a Quantic cómo hacer bien las cosas, optando por invertir absolutamente la ecuación; qué le den a la tecnología pero vas a llorar, mamá pato.

Con una nueva generación, podrá dejar de hacerse quizás todo tan guiado, poner nuevas herramientas sobre la mesa, buscar que nos caguemos a lágrima viva a golpe de puro gameplay. Mejores planos, mejores momentos, avivar la creatividad… y cocodrilos más espectaculares y terroríficos de los que salvar a nuestros patitos. Cuac-cuac.

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