Quizás te haya pasado alguna vez que te han dicho que eres una persona fuerte o valiente y lo primero que te ha venido a la mente es, “Quién, ¿yo? ¿Pero cómo pueden decir eso?, ¡si soy súper miedosa!” y comienza así un dialogo interno en el que casi siempre gana la parte que nos quiere hacer ver que, ¡efectivamente! no somos fuertes.
Esta duda que se despierta en nosotros, o la contradicción que creemos percibir, suele ser provocada por alguno de estos factores:
Factor 1. La discrepancia entre lo que sentimos por dentro y lo que a veces elegimos enseñar por fuera. Y es que, no siempre lo que sentimos nosotros por dentro es visible o se puede percibir desde el exterior. De hecho, con mucha frecuencia, somos nosotros mismos los que conscientemente nos encargamos de poner toda nuestra energía para que lo que hay en nuestro interior no se vea. Bien porque creemos que no sea adecuado, o porque nos puede debilitar o porque nos puede hacer sufrir, decidimos esconderlo y representar otro papel que consideramos “más adecuado o más seguro”.
El caso es que los únicos que tenemos conocimiento de la diferencia entre dentro y fuera somos nosotros, y de ahí que se nos despierte la duda sólo a nosotros y los demás lo tengan mucho más claro.
Factor 2. Hay adjetivos que nos cuesta más aceptar que otros, o que nos cuesta creernos más que otros. A veces porque partimos de que reconocer algo “bueno” de nosotros mismos puede sonar arrogante, y la arrogancia está muy mal vista. Y otras porque, si reconocemos nuestra valía o fortaleza, entonces nos quedamos sin muchas de las excusas que nos sirven para quedarnos dentro de nuestra zona de comodidad donde no hay riesgo de fallar.
Esa parte “víctima” o “mártir” que lleva años fabricando argumentos para convencernos de que no somos fuertes o capaces perdería protagonismo, y con ello perderíamos mucha de la atención que recibimos gracias a ella. Atención que nos hace sentir que importamos e incluso nos ofrece compañía.
Factor 3. El verbo que utilizamos en la frase: SER. Este verbo implica permanencia, ¡¡soy así!! siempre y para siempre, de ahí que cuando escuchamos que somos fuertes nos pueda rechinar un poco, ya que si bien habrá momentos en los que sacamos nuestra fuerza, también tendremos nuestros momentos donde lo que predomina es el miedo o alguna de nuestras debilidades.
Una forma un poco más precisa de expresarnos sería “tengo fortaleza y valentía y accedo a ellas en momentos concretos” o en vez de decir, “soy miedosa, o cobarde”, re-frasearlo por “hay situaciones que me despiertan el miedo o la cobardía”.
Ambas partes, la valentía y el miedo, co-existen en nuestro interior, y si nos empeñamos en usar el verbo SER, entonces conviene que recordemos que somos todo alegría y tristeza, calma y furia, valentía y miedo, luz y sombra.
Lo llevamos todo de serie, sólo que, como ocurre con algunos de los aparatos que compramos, a la hora de la verdad, acabamos usando la mitad de funciones o de prestaciones para los que fueron diseñados.
Reconocer y atender nuestras fortalezas se convierte entonces en una práctica básica para poder gestionar o atender a nuestras debilidades.
Y es que no es lo mismo acompañar a nuestro miedo desde la incapacidad o la impotencia, que acompañarlo desde la confianza y la tranquilidad. En el primer caso, el miedo se hará más grande, y en el segundo, podremos mirar al miedo a la cara con el fin de ver si nos está informando de un peligro real o no, y así elegir nuestra forma de actuar.
La propuesta que os lanzo es que atendamos a nuestras fortalezas de forma habitual con el fin de fortalecerlas y tenerlas a mano para los momentos en que tengamos que atender a esas otras partes más débiles y necesitadas.
Para ello, una vez a la semana, párate a escribir una lista que sirva de reconocimiento de todos los recursos que has usado durante esa semana.
Por ejemplo:
- Creatividad
- Confianza
- Perseverancia
- Disciplina
- Valentía
- Fuerza de voluntad
- Amor
- Humor
- Gratitud
- Cuidado/descanso
- …
Y ahora viene la pregunta de nuevo,
¿Eres una persona fuerte?
La respuesta, y el poder de ésta, ¡¡está en tus manos!!