Un restaurante en Tarragona, el Eric II, utiliza camareras en lencería para promocionar los desayunos; la instantánea adjunta se corresponde con las trabajadoras ligeras de ropa, tampoo tanto, para servir el café con ensaimadas, o sea. Las hordas feministas saltaron a la calle vociferando contra la denigrante utilización de la mujer en este trabajo que se aprovecha, según señalan, de la crisis, del paro, y de las acuciantes necesidades económicas que padecen quienes no tienen otro remedio que acceder a él.
Ya ven, opino de modo diferente. En primer lugar, y después de ojear las instantáneas del establecimiento que circulan por la red, no lucen modelos de lencería que ofrezcan a la vista mucho más que algunos vestidos y prendas habituales de calle; por otro lado, no parece el desayuno hora propicia para el desenfreno carnal, antes de incorporarse cada uno a su trabajo. Y finalmente, me extraña profundamente no haber visto a estos colectivos manifestarse contra la utilización del garboso cuerpo serrano de los varones que actuaron el jueves de comadres en miles de establecimientos por toda la geografía nacional. Hasta los chiringuitos sin licencia, sin espectáculo habitual, sin música, llevaron ese día en cuestión un “show” algo subido de tono para las féminas asistentes, entre las que se encontraría, a buen seguro, alguna de las que una semana más tarde, clamaban contra la vejación de quienes trabajan con bastante más ropa encima de la que ellas mismas permitieron a algunos jóvenes en sus chanzas nocturnas.