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Al norte del Valle del Roncal y antes del Valle del Belagua, entre las sierras de Uztárroz y de Arrigorrie se encuentra el apacible pueblo de Isaba, que ya mencioné en el circuito de La Cascada de Belabarze y la Cueva del Ibón. Muy cerca del núcleo de Isaba pero apartada de él por el río Ezka y por una colina se encuentra la ermita de Nuestra Señora de Idoia, del siglo XVI, y por la que pasa el conocido sendero GR-11, la Transpirenaica. El lugar está rodeado por una exuberante vegetación, tanta que casi no lo ves hasta que no has llegado, y es de obligada visita si estás por el Valle del Roncal.
El circuito que propongo aquí es una ruta circular muy corta, de menos de 3 kilómetros y medio, casi un paseo, con muy poco desnivel y apto para niño s. No hagas caso de los desniveles del track de Wikiloc, ya que está parcialmente editado a mano debido a problemas técnicos durante el registro de la ruta, y a problemas no tan técnicos, ya que cuando hice la ruta, en noviembre del 2014, seguí un track no muy preciso, y esto acompañado de lluvia y de que el bosque de detrás de la ermita estaba en muy malas condiciones opté por regresar por el camino de ida sin completar la ruta circular. Creo que ahora esa parte del sendero está mejor señalizada y adecuada.
Hoy no voy a empezar el relato del recorrido desde el inicio, sino desde bastante antes, porque a veces el camino para ir a un sitio es tanto o más bonito que el sitio mismo, y esto es lo que me pasó el día que visité la ermita de Idoia. Yo estaba alojado en el vecino pueblo de , en el Valle de Salazar, cerca de Irati. Cuando fui a pedir información a la Oficina de Turismo me presenté como fotógrafo, y me dijeron que no me debía perder para nada la carretera de Ochagavía a Isaba, que esos días los bosques estaban preciosos. Aquellos días llovía a diario, y el día que elegí para ir a Isaba no iba a ser menos. Salí al balcón del apartamento rural donde estaba a intentar hacer un pronóstico para el día, y así es como estaba la cosa.
Llovía, el cielo estaba bastante cerrado y además hacía bastante frío. Tenía toda la pinta de que iba a llover todo el día o grna parte de él. Pero al mal tiempo buena cara, y una cosa que es cierta es que sí, que hace falta buena luz para hacer buenas fotos, pero la humedad de la lluvia también aporta otras ventajas como verás a lo largo del reportaje. Así que cogí el coche y emprendí camino hacia Isaba. Y la chica de la Oficina de Turismo tenía razón, por que una vez pasado el desvío a Francia por el puerto de Larrau y en las primeras cuestas del puerto de Laza tuve que detener el coche en la cuneta para disfrutar en vivo del espectáculo.
Toda esta serie de fotos la hice con el móvil para no mojar la cámara, ya que llovía bastante. Y la lluvia se convirtió en nieve al coronar el Puerto de Laza.
Y ya de bajada del puerto todo el paisaje estaba, como decimos en Catalunya, " enfarinat", enharinado de nieve. Con los colores del otoño el contraste era máximo.
A medida que la altura disminuía también lo hacía la nieve, y ya antes de llegar al pueblo de Uztárroz apenas había blanco en el suelo. Con el río Uztárroz a la derecha, pasada una curva de la carretera me llamó la atención un modesto puente de piedra con hierba encima cruzando de una orilla a la otra del río.
Bien, ya en Isaba dejamos el coche en el amplio aparcamiento que hay en la parte norte del pueblo, y salimos por una calle que sube, justo delante de una tienda de souvenirs y productos de la zona. La calle tuerce ligeramente hacia la derecha y nos sitúa en una plaza frente a la iglesia y el Ayuntamiento. Delante de la iglesia cogemos la calle que sube a la derecha y seguimos las indicaciones que nos envían al castillo, " gaztelua" en euskera. Rodeamos la iglesia y seguimos calle arriba hasta el final. Allí giramos a la izquierda y unos metros más adelante encontramos otra señal que nos hace tomar un sendero que sube por la derecha hacia el castillo. La verdad es que uno al final espera encontrar un castillo, y realmente donde acaba el sendero es en lo alto de una colina donde apenas hay unas pocas piedras. Eso sí, las vistas valen la pena en esta época del año y además con el día que hace, que resalta más los colores. Así que esta vez sí que saco la cámara y hago unas cuantas fotos con una mano mientras con la otra sujeto el paraguas.
Continuamos la ruta regresando hacia la iglesia, y luego a la carretera. Da igual que sigas el circuito aquí descrito o callejees por los rincones de Isaba, pero hay que ir a parar a la carretera. Una vez en la carretera vamos hacia la salida del pueblo en dirección Sur, hacia Roncal. Pasamos por delante de un helipuerto y de unas piscinas municipales cubiertas y cruzamos el río Eska. Nada más cruzar el río sale un camino por la derecha con una gran señal que nos dice que el Santuario de Idoia está a 900 metros. Al lado de la señal hay varios paneles con información de la zona. Subimos por ese camino y a los pocos metros a la derecha sale un sendero que corresponde al GR-11 y el SL-NA70, con marcas rojas y blancas como GR (Gran Ruta) que es. Nos desviamos por ese sendero, que baja hasta casi la orilla del río Eska, cubierto por frondosa vegetación de ribera. A partir de ahora no hay pérdida. Sólo hay que seguir las marcas rojas y blancas.
Estas dos últimas fotos son de este primer tramo del sendero mirando hacia atrás, por donde hemos venido, y concretamente en la última ya nos hemos separado de la orilla del río y caminamos a la orilla de un arroyo por el que alegremente baja agua de la lluvia.
A lo largo del camino vamos pasando por al lado de pequeñas cruces de madera.
Supongo que te habrás dado cuenta del alto ISO de estas fotos del sendero. Esto es debido a la poca luz, tanto por culpa la vegetación como por el hecho de estar nublado.
Llegamos a un pequeño puente (más bien una losa) que cruza el arroyo que nos ha acompañado en estos últimos metros, y frente a él hay un llamativo banco bastante maltrecho.
Aquí llegaba un poco más de claridad, un poco más de luz, lo que realzaba el brillo de las superficies mojadas por la lluvia, como las hojas del suelo o la madera del banco. Para realzarlo hice estas fotos en cuclillas, desde un punto de vista bajo. Así, más cerca del suelo, se apreciaba mejor lo mojado y de paso también daba más profundidad al fondo del camino. Haciendo las fotos de pie hubieran salido muy diferentes. A veces hay que probar diferentes puntos de vista.
El sendero empieza a subir, y parte de él transcurre separado de un prado por un muro de piedra, un muro cubierto totalmente por musgo y helechos. Hago otra foto de cuclillas para realzar el brillo de las piedras mojadas del suelo.
Estas piedras empapadas de lluvia están llenas de vida, de un sinfín de formas de vida.
Poco más arriba, al lado del muro de piedra del camino discurre un pequeño curso de agua que han canalizado mínimamente para que no empape más las piedras del camino. Nuevamente foto con punto de vista bajo.
Sobre el kilómetro 1,6 el camino ascendente nos da un pequeño respiro y pasa a ser llano.
Una fotogénica puerta entre árboles y matorrales nos separa de un verde prado rodeado de árboles de colores.
Poco más adelante otra cruz azul espera a que pasemos ante ella.
Ya hemos pasado. Las ramas de los árboles de la orilla del camino se encorvan sobre éste como queriéndolo cubrir.
Esta vez el muro de piedra no nos separa de un prado, sino de un pequeño estanque. Me lo imagino en primavera y verano lleno de ranas. El nombre de Idoia seguramente viene de la palabra vasca idoi, que es pantano, ciénaga o lugar donde crecen juncos. Es muy posible que sea este lugar donde se encontró la talla de la virgen.
Tras pasar por al lado del estanque el camino vuelve a ser de subida.
Pocos metros más adelante, entre la espesa vegetación parece verse la ermita al final del camino.
Una mirada atrás después de esta última cuesta.
Y llegamos a la Ermita de Nuestra Señora de Idoia. Para entrar en el recinto hay que abrir la verja, y no olvidar cerrarla una vez hayamos entrado. El edificio principal es del siglo XVI, aunque construido a partir de un antiguo templo del XIII. Dentro se conserva una talla de la virgen de Idoia del siglo XIII o XIV.
Frente a la puerta hay una zona ajardinada. El lunes de Pentecostés se celebra una romería en honor a Nuestra Señora de Idoia, y es aquí donde se reunen todos los romeros para hacer los diferentes actos de celebración.
La hierba estaba un poco maltrecha, seguramente por culpa de los jabalíes, aunque el recinto está cerrado por un cercado. Me llamaron la atención los acebos con sus llamativos frutos rojos, anunciando que faltaba poco para las navidades.
Detrás de la ermita y físicamente adosada a ella está la casa del ermitaño.
Frente a la casa del ermitaño hay otra casa, cabaña o cobertizo que se comunica con ésta por un pasillo elevado. Por la puerta parece que hace tiempo que no se pasa.
Una vista de este pasillo elevado desde la parte de atrás del recinto. En una de las vigas se lee "LUGAR DE ORACIÓN Y REPOSO".
Al final de este camino hay otra verja, más modesta que la de entrada, que hay que abrir para salir.
Si miras la foto con detalle verás que el cartel está desenfocado, y eso es porque realmente enfoqué las agujas de pino de la parte de arriba con las brillantes gotas de agua en las puntas. Me llamaron tanto la atención que hice una pequeña serie para resaltar esas gotas y la luz que contenían, jugando con la profundidad de campo y con la oscuridad del fondo.
Tras la verja hay un cruce de caminos. Recto sigue el GR-11 hacia Ochagavía, y a la derecha el SL-NA70 hacia Isaba, que es el que tomamos. El camino empieza como el del Via Crucis por el que llegamos a la ermita, en medio de una exuberante vegetación.
Más adelante el camino atraviesa un bosque por la ladera de una montaña. Oímos el Eska a nuestra derecha, no muy lejos.
Sobre el kilómetro 2,2 nos encontramos con una señal de madera indicándonos hacia dónde sigue el sendero local SL-NA70, y aquí fue donde me encontré con problemas, ya que el poste estaba inclinado y la señal no apuntaba hacia donde seguía el camino sino hacia un punto indeterminado del bosque donde había un tronco caído. Además el track que estaba siguiendo con Wikiloc me mandaba también bosque abajo, en dirección al río pero no por donde indicaba la señal. Después de varios tanteos y dado que empezaba a llover con más intensidad decidí dar la vuelta y regresar a Isaba por el camino de ida, aunque el total fuera más largo.
En realidad hay que seguir por el sendero y 250 metros más adelante de la señal cruzamos el río Eska por el Puente de la Perdiz. Allí tomamos la carretera hacia la derecha, caminando por el arcén. Después de cruzar el río Belagua sobre el kilómetro 3,1 encontramos otra señal del SL-NA70 a la derecha. Salimos de la carretera y seguimos el sendero que nos lleva cuesta arriba hasta el aparcamiento de Isaba.
En mi caso volví a la ermita a esperar que aflojara la lluvia guarecido en la entrada del cobertizo de enfrente de la casa del ermitaño.
Como no paraba de llover decidimos continuar paraguas en mano antes de que se nos hiciera de noche.
Las oscuras nubes se apartan para dejarnos ver que han caído algunos copos de nieve en la cima del Ardibidepikua.
Una última mirada a la ermita de Idoia.
Por el camino de vuelta llueve bastante y apenas saco la cámara de debajo del impermeable. Sí lo hago cuando llego a la curva donde estaba el banco, para hacer esta foto del arroyo antes de cruzarlo, con la velocidad de obturador más lenta que puedo a pulso.
El buscado el equilibrio en la composición dándole protagonismo a la roca con musgo de la derecha y todas las hojitas verdes de la parte de abajo. Más adelante vuelvo a fotografiar la cascadita del arroyo que fotografié a la subida pero ahora añadiendo el camino a la composición y un pequeño canal de piedra que lo cruza para llevar el agua del campo de la izquierda hacia el arroyo, y de nuevo con la velocidad de obturador más lenta que puedo aguantar a pulso aquí. Todo el conjunto marca una diagonal clara.
Ya frente al aparcamiento fotografío esta cabaña y un pequeño campo de coles en el camino por donde debía haber acabado la ruta.
Finalmente, y como hice al principio, aprovecho para mostrarte unas fotos que tomé en la preciosa carretera que va de Isaba a Ochagavía. Otoño puro. Obviamente hice las fotos con el coche parado.
Y hasta aquí este corto recorrido otoñal y bastante húmedo por Isaba y sus alrededores. Como habrás podido ver, la lluvia también permite hacer bonitas fotos realzando los colores del otoño de una manera que no se puede hacer con la luz del sol o con un día más seco. Lástima no haber encontrado setas o caracoles, que hubiera sido una jornada redonda.