El placer, el amor, el sexo, la vida: Eros. El agotamiento, el cansancio, la muerte sin sufrimiento: Tánatos.
Cara y cruz de la misma moneda. Movimiento y quietud. Actividad y descanso. Ocurre en todos los seres vivos. Sin excepción.
La literatura también está viva. Y también hay que hablar de su Eros y su Tánatos. Su vida y su muerte. Su ciclo vital.
Hoy dos noticias cumplen con ese ciclo:
TÁNATOS
J.D.Salinger ha muerto. Ese escritor uraño, misántropo, eremita, que lanzó su obra y desapareció, se escondió para no ver al mundo. Un hombre que aunque escribió varias obras, es conocido por una de ellas: El guardián entre el centeno. Una obra que el puritanismo estadounidense prohibió por hablar de sexo, de drogas y sobre todo por oponerse a la sociedad americana de la época. Pero a pesar de todo, se impuso el arte. Porque esa novela es una obra de arte que supo en 1951 poner en solfa los valores de la cultura americana y el enfrentamiento entre las generaciones, los adultos conformistas y dominadores del mundo contra los jóvenes rebeldes con pretensiones de cambio y de rebelión.
Una obra que sin ser tratada como un best-seller, ha vendido sesenta millones de copias y sigue vendiendo después de seis décadas doscientas cincuenta mil más cada año. Una ruptura generacional capaz de subyugar a medio mundo. Mientras su obra se sigue mantenido en lo más alto, él se ha ido apagando poco a poco, solo, sin sufrimiento, hasta el último suspiro.
EROS
Ayer Soledad Puértolas ha sido nombrada miembro de la Real Academia de la Lengua. La quinta mujer que entra en una Academia que está anquilosada y que es reaccionaria y machista. Es una buena noticia, ha entrada una mujer y una gran escritora. Yo tengo un especial apego a Soledad. No la he conocido personalmente, pero sí que la he seguido por todo su obra.
Cuando un escritor tiene una buena historia que contar, empieza con ventaja, pero tiene que saber contarla, si no no sirve de nada. Pero un buen escritor, en este caso escritora, no necesita obligatoriamente una buena historia. Es capaz de contar las cosas más cotidianas, las que ocurren en cualquier sitio y en cualquier momento y lo eleva a una categoría superior, lo convierte en arte. Desde hace ya unos cuantos años Soledad Puértolas, convierte lo normal, lo diario, lo prosaico en algo sobresaliente. Eso sólo lo puede hacer alguien que esté dotado como lo está ella. Mi enhorabuena a esta mujer cuya literatura he bebido y deleitado con placer.
La literatura también es vida y muerte. Pero siempre vuelve a renacer.
Salud y República