Desde hace ya algunas décadas, vivimos en una economía global que ha cambiado las condiciones de trabajo de las empresas con una mayor presión competitiva en un entorno cambiante. Esto, sin lugar a dudas, obliga a las empresas a desarrollar 2 competencias fundamentales:
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- La flexibilidad, es decir, la capacidad de adaptarse a los cambios del entorno.
- La agilidad, es decir, la rapidez de afrontar los cambios necesarios.