Errores en la construcción escenas y cómo arreglarlos
Seguimos la serie de entradas dedicadas a la construcción de escenas, pero en esta ocasión vamos a hablar de los errores más comunes que los escritores cometen a la hora de construirlas, así como de las distintas formas que tenemos para enmendarlos.
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Para ello, una vez más, el autor sobre cuyo libro, Scene and Structure, me baso es Jack M. Bickham. Si te manejas bien con el inglés es una lectura que ningún aspirante a escritor puede pasar por alto.
Vamos allá
Errores más comunes al construir escenas
1. Demasiados personajes en una escena
Si manejar a un par de personajes a lo largo de una escena no es tarea fácil, el trabajo se va complicando a medida que se introducen nuevas voces en ella. Tres aún es un número asumible. Cuatro vuelve el trabajo muy difícil. Cinco transforma la construcción de una escena en proyecto de ingeniería. Y seis, en un caótico y turbio galimatías.
Para maniobrar con comodidad dentro de una escena, el escritor ha de reducir el número de personajes al mínimo imprescindible.
Ahora bien, ¿de qué número estamos hablando? ¿Cuántos personajes son demasiados? La respuesta no puede fijarse en una determinada cifra. Quien señala el número de voces que podemos incluir en una escena es la propia escena.
En una en la que, por ejemplo, tratamos un enfrentamiento directo, el número de personajes imprescindibles es dos: aquél sobre el que recae el punto de vista y, naturalmente, su antagonista. Por supuesto, en ocasiones este tipo de escenas requiere la presencia de un tercer personaje. Bien, no es algo que debiera resultar demasiado problemático para el escritor avezado (ni para el novel, si dedica el suficiente tiempo y esfuerzo para trabajar la escena). Sin embargo, tal y como aconseja Bickham,
Un escritor inteligente reducirá el número de personajes en este tipo de escena a un cara a cara entre protagonista y antagonista siempre que sea posible. – Jack M. Bickham, Scene and Structure.
La razón de Bickham para presentar un número reducido de personajes en una escena no se refiere sólo a la dificultad que el escritor encontrará a la hora de manejar sus voces, sino, sobre todo, a que la acumulación de personajes dispersará la atención del lector, además de que, a fin de que no parezcan maniquíes expuestos en un escaparate, esos otros personajes tendrán que intervenir de vez en cuando y ello interrumpirá la fluidez del diálogo o acción que esté sucediendo entre el protagonista y el antagonista.
¿Cómo arreglar una situación de este tipo?
La solución más rápida y tajante es la de utilizar una tijera. Estudia si de verdad es necesario que toda esa gente esté allí. Si, aun suprimiendo algún personaje y mandándolo fuera de escena, tienes un grupo de secundarios que parecen no querer marcharse, ponles a hacer algo que los aleje del centro de la acción. Bickham ofrece algunas sugerencias:
1. Arrincónalos al fondo de la sala y haz que se entretengan hablando entre ellos mientras tu protagonista y tu antagonista se las tienen en primer plano.
2. Manda a hablar por teléfono en el recibidor a ese tercer personaje coñazo que no quiere marcharse.
3. O incluso haz que tu protagonista le ordene cerrar la boca.
Pero reduce ese número y centra la escena en el conflicto que mantienen tus dos personajes antagónicos.
2. Las discusiones eternas
A veces el escritor no se da cuenta de que sus personajes, mientras dialogan en mitad del conflicto que los enfrenta, han caído en la trampa de un círculo vicioso que los hace girar y girar en torno a una discusión a la que no encuentran una salida. Como satélites atrapados por la atracción de un planeta, dan vueltas en torno a él sin percatarse de ello e incluso el propio autor llega a caer dentro del campo de atracción de ese incómodo planeta y se ve atrapado, como sus personajes, en esa conversación eterna que no sabe cómo cortar.
Se trata de discusiones en las que los personajes más parecen niños argumentando con el pueril y fastidioso Y tú más, que verdaderos adultos manteniendo una conversación inteligente y que atrape al lector.
De hecho, cuanto mayor es el conflicto que enfrenta a esos dos personajes y mayor la apuesta que se pone en juego, mayores son también las posibilidades de que el escritor tropiece en la piedra de las discusiones eternas y caiga dentro de esa órbita de la que le será muy difícil escapar.
¿Cómo arreglar una situación de este tipo?
Tienes dos posibilidades:
A. Antes de escribir, diseñas un buen plan para ese conflicto que va a enfrentar a los dos personajes e incluyes en él los argumentos que utilizarán uno y otro, los trucos que usarán para vencer en el duelo, las respuestas que cada uno de ellos tendrá preparadas si su oponente tiende un lazo ya previsto, de tal manera que la discusión vaya dirigida hacia un punto concreto y no se atasque en torno a un centro gravitatorio sobre el que girará sin freno.
B. Asegúrate de que el personaje que lleva el punto de vista repite de vez en cuando a lo largo de la escena cuál es su objetivo, de esta forma, le recuerdas al lector el punto central sobre el que gira el enfrentamiento y ello te permitirá moverte fuera de la “línea de fuego” durante algunos instantes y tratar otros asuntos sin que el lector pierda pie ni los personajes caigan en el agujero negro del Y tú más.
En próximas entradas seguiremos tratando algunos de los errores más comunes en la construcción de escenas. Si no quieres perdértela, subscríbete a la newsletter o sígueme en las Redes Sociales.
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Fotografía: Tom Butler, Unsplash.
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