Pitágoras fue un filósofo y matemático griego [vivió entre el 580 al 495 a.C.] del que se rescatan sus afirmaciones acerca de que todo es matemáticas; se especializó entre otras cosas en estudiar y clasificar a los números contribuyendo al desarrollo de la aritmética logrando ser considerado como el primer matemático puro
De las cosas curiosas sobre él se rescata el hecho de que el famoso Teorema de Pitágoras, [en todo triángulo rectángulo el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos] el cual se le atribuye, probablemente no es suyo sino desarrollado por los pitagóricos [escuela filosófica fundada por el pensador].
Entre sus aportes no matemáticos está el afirmar la existencia del alma y que ésta además de ser inmortal transmigraba a la hora de la muerte del ser humano. A través de dicho proceso, para Pitágoras, éstas [las almas] alcanzaban pureza afinada por el conocimiento y el recato moral. Además formuló cinco postulados acerca de los errores que cometemos los seres humanos.
1.- Pensar que otros no pueden porque tú no puedes.
Somos seres competitivos, es cierto, y buscamos o pretendemos superar al otro pero a su vez existe una ley universal que nos negamos a aceptar la cual dice que siempre habrá un pez más gordo. La humanidad debería de luchar por complementarse y no por la competencia, que es buena, pero en exceso, como todo, resulta lacerante. El error que contempla el griego está enfocado, sin duda, al pensamiento egocéntrico que nos ha caracterizado como sociedad desde nuestros inicios: si yo no estoy arriba que nadie más esté. Egoísmo puro.
2.- Creer que el crecimiento viene a través de aplastar a otras personas.
Esta fórmula es lo mismo a a la cima no se llega superando a los demás, sino superándose a sí mismo. Para crecer, en un plano mental o de desarrollo social, necesitamos, es cierto, superar cosas u obstáculos pero no personas. Es sana la competencia pero en su justa medida. El anhelo por ser más que el otro, de una forma agresiva y punzante, conlleva a, sí, quizá obtener un aparente triunfo pero al final del día quedará un vacío en nuestro interior puesto que subir pisoteando a los otros siempre dejará, en ellos y en nosotros, una huella imborrable.
3.- Evitar el pulimento de tu mente a través del conocimiento a diario.
A la mayoría de seres humanos les da pereza leer y más les aterra el hecho de conocer cosas nuevas por el simple hecho de que no querer cuestionar lo que dan por sentando pero por ahí dicen que sino aprendes algo nuevo a diario entonces cada día que pasa te vuelves viejo, pero no sabio; esto se resume a que, día a día, desaprovechas tu vida y ésta fue hecha para vivir y solo se vive, realmente, haciendo algo de provecho y nutriéndote [física y mentalmente] puesto que sino lo único que haremos será sobrevivir.
4.- Evitar dejar atrás el pasado confundiendo el presente y arruinando el futuro.
De los errores, si uno quiere, puede aprender y mucho. De hecho el pasado de cada quien es el pilar de su presente y el cimiento para su futuro. Muchos erramos pero contemplar dichas acciones a manera de espectador sin analizarlas y, sobretodo, sin gestionar lo sucedido en busca de en qué mejorar y cómo sería como ver una película conmovedora que te hizo llorar y, al salir de la sala, olvidarle por completo. Los recuerdos y acciones siempre estarán presentes y sobre todo los errores tienen la cualidad de perseguirnos pero lo importante es no estancarse en ellos o dejarse marcar sino crecer y superarlos haciendo en nuevas situaciones similares cosas diferentes en pro de un beneficio.
5.- Condenar a los que no viven o piensan como tú.
Este punto, su incumplimiento, es la base del fundamentalismo apasionado. Las personas herméticas o cerradas en su ideología son el peor lastre para la humanidad. Tristemente ésto se suele dar en mayor medida -aunque no de forma exclusiva- en el pensamiento religioso. Un cristiano condena por lo general a un judío por no aceptar a su mesías; un musulmán tacha de hereje al mundo occidental por ser laico; un ateo -algunos- agreden a los creyentes por comulgar con la idea de un dios hacedor de todo. Las creencias e ideas -individuales o colectivas- mientras no dañen a terceros no tienen por qué ser agredidas o criticadas de manera ofensiva. El arte de la sana convivencia es el respeto mutuo.
Increíble que los errores que analizó un hombre hace ya tanto tiempo sigan existiendo hoy en día; y ante esto surge la eterna pregunta: ¿Realmente nuestra sociedad ha evolucionado?
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