Autor | Javier Poveda
Los arquitectos progresivamente vamos acabando con el tabú de las transacciones entre estudios. Podríamos discutir el origen de por qué se ha ignorado ese debate, y la influencia romántica de no querer hablar de dólares (abiertamente)…pero la realidad es que las transacciones son una herramienta para seguir siendo competitivos en un entorno que cada vez es más incierto, competitivo y exige más.
Ser adquirido por un estudio más grande, lejos de ser una deshonra, es una magnífica señal, ya que alguien está dispuesto a valorar lo que llevas construido hasta ahora, las capacidades o la experiencia en un determinado campo, e incluso la marca que has logrado construir.
En 2015, según MorrisseyGoodale, se ejecutaron 341 transacciones entre estudios de arquitectura e ingeniería, donde 234 de ellas se produjeron en Estados Unidos y 107 internacionalmente. De esas 107, en un 25% de los casos estaba envuelta una firma norteamericana: ya fuera como comprador de una firma internacional, o como objeto de adquisición de una firma extranjera.
De hecho, según un estudio reciente de la consultora Zweig Group, el 70% de las empresas de arquitectura consideran la fusión o acquisición de otras compañías en sus planes estratégicos para los siguientes cinco años.
En los próximos años veremos más pequeñas y medianas firmas en el mercado, tan pronto como los “baby-boomers” empiecen a prepararse para el cambio generacional.
Hace unas semanas, un amigo con el que tuve la suerte de trabajar hace algún tiempo, me contaba que había cerrado la venta del despacho a una firma de ingenieria australiana. Estaba muy contento.
Diez años de arduo trabajo para levantar un estudio desde cero, moviéndose mucho para construir un equipo muy capaz en retail, una cartera de cliente recurrentes, y desde hace dos tenía una plantilla de unas 20 personas y facturaba algo menos de $3 millones. El mantendrá su puesto de trabajo como Director del estudio por los próximos dos o tres años al menos, mantendrá una participación minoritaria, y podrá escalonadamente hacer caja por un valor aproximado de $1 millón.
El agente comprador es una empresa multidisciplinar de unos 500 empleados y un volumen de negocio de más de $60 millones, que pretendía reforzar su presencia en Asia y además incluir retail entre su oferta de servicios. En un plazo de tres o cuatro meses, el estudio quedará operativamente fusionado con este grupo multidisciplinar, incluido el re-branding.
Estas situaciones pasan todos los días en alguna parte del mundo, y puedo asegurar que no pasan por casualidad. La motivación de ponerte a tiro de un potencial comprador es algo que se cocina con cierta antelación por la propia curva de crecimiento del despacho: llega un punto donde la curva se acerca peligrosamente a una asíntota que es difícil romper.
Sólo una nueva inyección de capital (para abrir nuevos horizontes, por ejemplo), puede hacernos volver al crecimiento. La venta a un grupo más grande, donde adoptar su marca, sus inercias, y gozar de las sinergias entre adquiriente y adquirido, es una magnífica solución para crecer.
También es una magnífica oportunidad para recoger algunos frutos de un trabajo labrado durante años. Sinceramente me alegro mucho y espero que todo transcurra según lo planeado.
En otra escala, la transacción más sonada de este año ha sido la de BDP, que ha sido adquirida al 100% por el grupo japonés Nippon Koei, por unos $145 millones. Aunque seguirán operando con sus respectivas marcas (ya que BDP como marca tiene valor en el segmento de los servicios de arquitectura), ambas firmas unirán fuerzas en su expansión en Japón, Singapur e India.
BDP tiene 950 empleados a través de los más de 10 estudios que tiene en Reino Unido, Irlanda, India, China y Oriente Medio.
NK, que hace ingeniería civil, por su parte tiene 3200 empleados y un volumen de negocio de más de $600 millones a través de su presencia en Asia, Sudamérica y África. Un gran paso adelante para ambos.
Ambas historias, no son más que dos anécdotas que quizás acercan un poco más a los arquitectos a la lógica del emprendedor, sin menoscabo del que prefiera el camino del artesano, obviamente.
El mayor riesgo que corren las firmas actualmente es no hacer nada, mientras las firmas grandes continuan adquiriendo, y las pequeñas desarrollando nichos.
Mis excusas por la ausencia en estos últimos meses.
Post publicado en expansión bajo el título “Por un puñado de dólares”