Los humanos somos animales sociales. Muchas de las interacciones con nuestros iguales y entorno se ven condicionadas por nuestras conductas. La conducta humana puede estar regulada a nivel neurofisiológico y un ejemplo de ello son las respuestas sexuales.
Numerosos estudios han intentado dilucidar los distintos factores implicados en las respuestas sexuales de hombres y mujeres. Durante años, se han analizado la forma en que estos factores podrían interactuar a nivel neurofisiológico, así como la diferencia en las estructuras organizativas de hombres y mujeres, lo que daría respuesta a los distintos patrones que se observan en hombres y mujeres con respecto a la excitación y respuesta sexual.
Las hormonas gonadales (estrógenos y andrógenos) juegan un papel importante en la respuesta sexual. De forma simplificada, en las mujeres, la excitación sexual está asociada principalmente a la presencia de estrógenos. En hombres, se relaciona con la presencia de andrógenos. Parece ser que la proporción de ambas hormonas en los dos casos está directamente relacionada con una respuesta sexual normal y que la acción de dichas hormonas es más efectiva en las siguientes proporciones:
- Mujeres: [alta proporción estrógenos-baja proporción andrógenos]
- Hombres: [baja proporción estrógenos-alta proporción andrógenos]
En la respuesta sexual, también se encuentra involucrado el sistema nervioso autónomo (sistemas nerviosos simpático y parasimpático). El proceso sexual supone la activación concomitante de los dos componentes autónomos:
- Sistema nervioso simpático: activación para la excitación sexual psicológica.
- Sistema nervioso parasimpático: activación para la respuesta eréctil.
Como he mencionado anteriormente, se observan diferentes proporciones de andrógenos y estrógenos en hombres y mujeres, lo que desemboca en efectos asimétricos en la respuesta sexual. Los centros parasimpáticos se encuentran activados de forma más potente en hombres, por la mayor proporción de andrógenos. En contraposición, los centros simpáticos se ven más activados en mujeres, con mayor proporción de estrógenos.
En conclusión, podemos decir que las hormonas sexuales juegan un papel importante en la excitación sexual siendo un puente de integración cerebral entre sistemas sexuales somáticos y autónomos. Además, la proporción (alta-baja) de andrógenos y estrógenos es la más efectiva en el mantenimiento de la excitación sexual, donde cada hormona actúa en diferentes centros autónomos.
Fuente (toda la información pertenece al siguiente artículo): Motofei, Ion & L Rowland, David. (2005). The physiological basis of human sexual arousal: Neuroendocrine sexual asymmetry. International journal of andrology. 28. 78-87. 10.1111/j.1365-2605.2004.00514.x.