Revista Cultura y Ocio

¿Es efectiva la mascarilla permanente para prevenir la covid-19?

Por Zogoibi @pabloacalvino

Las viejas divisiones sociales entre izquierdas y derechas parecen haberse quedado… pues eso: viejas, obsoletas, desde que se impuso el monotema de la -mal llamada- pandemia de covid-19 para traernos una nueva división que ha venido a reemplazar a las anteriores (porque, desde luego, si hay un denominador común a todas las sociedades desde tiempo inmemorial, parece ser el de estar divididas en dos grupos principales); y esta nueva división que se ha establecido espontáneamente es la de, por un lado, los alarmistas, los aprensivos, los compasivos y humanitarios, y por otro los despreocupados, los cínicos, los darwinistas, los insolidarios… En fin, en otras palabras y para simplificar: los de la mascarilla sí contra los de la mascarilla no, aunque obviamente no todo es blanco o negro y hay una infinidad de matices intermedios.

Huelga decir que, en dicho espectro de grises, yo me encuentro entre el marengo y el negro cucaracha, pero estaría dispuesto a moverme hacia el otro extremo si alguien lograse convencerme con argumentos y datos objetivos de la eficacia de la mascarilla, al menos tal como se regula a día de hoy prácticamente en toda España: es decir, su uso obligatorio en todo momento y lugar, sin importar las circunstancias, excepto en casa o para hacer deporte. Pero hasta ahora no sólo no he escuchado ningún argumento lo bastante convincente, sino que los cálculos que yo hago van más bien en la dirección opuesta. Y digo cálculos porque, aunque corren ríos de tinta al respecto y hay estadísticas para aburrir, todavía no he visto ningún medio en el que se publique el dato relevante en lo que a dicho efecto concierne, pese tratarse de un cálculo muy sencillo; de modo que, para hacerme una idea medianamente aproximada de cómo están las cosas, he tenido que hacerlo manualmente.

Veamos: mi idea consiste en comparar cómo evolucionan los contagios en distintos países cuya estructura social sea equiparable pero que difieran en las normas respecto a la obligatoriedad de la mascarilla. Para dicha comparación no pueden utilizarse sin más los datos absolutos diarios de casos diagnosticados (de fácil consulta en internet), ya que cada país parte de cifras totales distintas, sino que hay que fijarse en el número de nuevos contagios respecto al mismo dato en una fecha anterior, y luego hallar el cociente de variación; es decir: ¿a qué ritmo aumentan los contagios activos? Esto de activos es importante, porque -si mi idea del problema es acertada- se trata de saber cómo evoluciona el número de personas susceptibles de transmitir la enfermedad (quienes ya la han superado, o quienes han fallecido, ya no pueden contagiar a nadie), para estimar cuán efectiva es la mascarilla en la prevención del contagio de enfermo a sano. Tampoco sería válido comparar países con densidad de población muy dispar, porque cuanto mayor sea ésta más fácil será contraer la enfermedad a iguales medidas preventivas; pero precisamente por eso cualquiera estará de acuerdo conmigo en que, a resultados iguales del ritmo de aumento en los contagios, las medidas que se hayan tomado en el país con menor densidad de población estarán resultando menos eficaces. Bien es cierto -me apunta un amigo- que dicho dato tampoco es comparable al cien por cien entre unos países y otros, dada la diferente distribución de la población en cada uno (los hay que tienen sus habitantes más concentrados en las ciudades, y otros donde el reparto entre campo y ciudad es más homogéneo), pero tampoco puedo hilar tan fino ni valiese quizá la pena intentarlo, porque el margen de error debido a otras circunstancias (por ejemplo, la muy distinta fiabilidad en el cómputo de los contagiados según el país) puede ser superior al que resulta de no afinar en el tema demográfico. Y habrá, por supuesto, otras variables que pueden intervenir en la evolución que pretendo estimar, pero como no sé cuáles son esas y cómo afectarían a los resultados, prescindiré de ellas. Sé que la simplificación es grande, pero puede valer como una primera aproximación.

Así, pues, voy a comparar en qué proporción han aumentado los casos diagnosticados respecto a España, durante el último mes (del 8 de julio al 7 de agosto, ambos inclusive), en tres países europeos cuyas medidas preventivas he experimentado personalmente en ese tiempo: Francia, Alemania y Polonia. En ninguno de ellos, a diferencia de España, es obligatorio llevar mascarilla todo el tiempo por la calle, sino sólo en transporte público, en tiendas, hoteles y restaurantes. Los resultados de mi comparación (hecha con datos sacados de la wikipedia) son los siguientes:

  • En Alemania (240 habitantes/km2, cumplimiento estricto) el aumento ha sido del 75%.
  • En Francia (122 hab/km2, cumplimiento estricto) han aumentado un 38%.
  • En Polonia (124 hab/km2, cumplimiento muy relajado), aumento del 21%.
  • En España (91 hab/km2, mascarilla obligatoria siempre, cumplimiento estricto) los casos han aumentado en un 77%.

Como se ve, España supera a todos los demás países en la evolución de los contagios (y a Polonia, por goleada) pese a su menor densidad de población y su exigencia respecto a la mascarilla infinitamente más rígida. Si ahora introduzco un factor de corrección para tener en cuenta la densidad poblacional (asignando a España un valor arbitrario 1 y a los otros países el que resulte del cociente entre sus respectivas densidades y la española) obtengo los siguientes valores relativos: España 77%, Polonia 15%, Francia 28%, Alemania 28%.

Así, pues, con estos resultados alguien tendrá que explicarme cómo es que, pese a estar prohibido poner un pie en la calle sin mascarilla, el aumento de los contagios en España triplica, en el mejor de los casos, al de esos otros países, donde dicha norma no existe. Si la mascarilla es tan eficaz como quieren hacernos creer, ¿por qué, aun así, en España nos contagiamos a un ritmo relativo mucho mayor? Hasta que alguien me ofrezca una razón plausible, no sólo he de seguir poniendo en duda la eficacia de su uso a todas horas, sino que hasta pongo en entredicho su efectividad misma. ¿No será, después de todo, que el grueso de los contagios no viene por ahí? Agradezco cualquier objeción que se haga a mis cálculos, cualquier sugerencia para mejorarlos y cualquier explicación plausible de unas cifras tan dispares. Salud.


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