El argumento más fuerte para los que quieren marcharse, como sea, de España, es decir que es incorregible. Algo de razón tienen. Carlos I de España y V de Alemania se retiró al Monasterio de Yuste pero se llevó a su amante, Teresa Blomberg, con la que hizo equilibrios teológicos en la paz extremeña. Juan Carlos I de Borbón y Borbón se retiró a meditar a Botswana y se llevó a su amante, Corina Zu Sayn-Wittegenstein, con la que ignoramos qué equilibrios hizo pero se rompió la cadera. Uno mira a la historia y la herida colonial, la territorial, la social y la ciudadana aparecen ahí como invariables. No hay que ser muy lince para trazar una línea recta entre la Inquisición y algunas decisiones judiciales.
La España eterna tiene dos grandes defensores: los que critican a la España eterna y los que se benefician de lo que puede haber de cierto en la España eterna. La iglesia católica y la Virgen de Covadonga ayudan a construir esa referencia intangible.
Los privilegiados de la eternidad hispánica se llevaron un susto de muerte con la I República en 1873. Mira que antes habían dado, literalmente, un susto de muerte a Prim, pero eso de una república federal con varios partidos, un rey y un ejército sometido al poder civil lo vieron como un exceso. Por eso en la restauración canovista regresaron al rey, al bipartidismo, y al ejército como garante del privilegio de los cortesanos, escondido, eso sí, en la defensa de la unidad de la patria.
Los que no gustan de la idea de España dicen que es incorregible y argumentan que ahí está para demostrarlo el bipartidismo, un PP que cuando cambia es para hacerse más ladrón o más de derechas o un PSOE que es el responsable en muchos pueblos de España de mantener vivos la oligarquía y el caciquismo. A nadie le gustan más los Visigodos que a José Bono. Cuanto más lejos te lleves a España, menos puedes preguntarte por ella.
Pero resulta que ha entrado Rodrigo Rato en la cárcel. El cazatalentos Aznar, que reunió el gobierno con más número de ladrones por metro cuadrado de la historia de España, ha tenido el segundo de los días más tristes de su vida. El primero fue cuando supimos que era un mentiroso por decirnos que el atentado de Al Qaeda había sido cosa de ETA. Porque de lo de las armas de destrucción masiva en Irak no le quita el sueño. Rato entrando en la cárcel nos recuerda que el PP es el partido más corrupto de la historia de Europa.
En la cárcel está Urdangarín, que pedía dinero en nombre del Rey y se lo daban y hemos echado del gobierno a Rajoy por dirigir un partido de manguis. Y resulta que en la UE, que se está poblando de fascistas, ha surgido en el sur de Europa, en la península ibérica, la posibilidad de buscar una alternativa al austericidio que marca Alemania.
¿Y si resulta que, por todo esto, España es corregible? Pobre Puigdemont, pobre Casado, pobre Rivera. Porque los tres viven de los mismo: de representar que se odian.
Por nuestra parte hemos aprendido el camino: nos sobran los bipartidimos, los monarcas, los privilegiados, los que hacen negocios con las armas y la guerra y los caciques que siguen metiendo miedo en los pueblos de las Españas. Cuando nos juntamos, como lo hicimos en 1873, en 1931, en 1978 o en las plazas en 2011, igual lo que pasa es que lo que emerge de verdad es España. Esa España plurinacional, republicana, social, feminista, europea y puente entre continentes. La que siempre nos han robado.