Es, sin duda, de lo que más orgullosos estamos como padres. Con los tres. Más allá de las buenas notas, de sus logros musicales o deportivos, o de su nobleza. Todo ello tiene muchísimo mérito. Pero esto lo tiene aún más. Sobre todo en estos tiempos que corren. Baste un ejemplo reciente.
Los que hemos vivido en nuestros hijos la etapa de la adolescencia, sabemos bien que lo más difícil del paso a la edad adulta es asumir la responsabilidad de decidir. Siempre es más fácil que otros te digan lo que tienes que hacer. No tienes que analizar alternativas, informarte o estudiar a fondo los pros y contras de las distintas opciones. Sólo obedeces y ya está. Pero eso no es ser adulto. Y nos sorprende enormemente hasta qué punto esta dinámica se ha producido en el último año en buena parte de la Humanidad, dejando que otros decidan por miles de millones de personas sin apenas cuestionarnos nada.
Dicen los psicólogos que entre el niño pequeño y su cuidador (sea el padre, la madre o su tutor) se crea un nexo de dependencia tan fuerte, que cuando por desgracia hay abusos sexuales o violencia en ese ámbito tan íntimo, el niño no puede asimilar que su cuidador, que es "bueno y perfecto", le pueda estar haciendo daño. Y llega a culparse por lo que está sucediéndole, prolongándose durante años (si no, de por vida) ese trauma psicológico. Esos niños, con esa dependencia tan fuerte de sus cuidadores, acaban creciendo. Acaban teniendo un trabajo, un apartamento, un coche. Y muchos acaban trasladando el papel de ese cuidador, desde sus padres al Gobierno, a los medios de comunicación, a la comunidad médica y científica, o incluso a la OMS, sin hacer una verdadera transición a lo que implica ser adulto. Y si les hacen daño, pensarán que es por su culpa o porque alguien ha desobedecido lo que debía hacerse.
Si hubiéramos dicho esto hace dos años, podría haber parecido exagerado. Pero tras lo que estamos viviendo en este pandemia, resulta hasta comedido. Y nos recuerda otras situaciones similares que ya denunciamos y que conectan con este "paternalismo" permanente en el que vivimos, y en el que nos censuran las noticias o la información porque "alguien" sabe, mejor que tú o que yo, lo que necesitamos ver u oír. Hasta ese extremo hemos llegado.
Y si hablamos del "paternalismo sanitario", "apaga y vámonos". Empezando por el papel pasivo, ignorante y sumiso que debe tener el paciente ante la sapiencia del doctor o científico de turno (¡¿a nadie le choca que se le llame precisamente "paciente"?!). Él o ella, mejor que nadie, sabe lo que debes o no debes hacer o tomar. Y ni se te ocurra cuestionar nada, por muy tuyo que sea tu cuerpo. Como cuando nos tacharon de locos por no querer hacer la arriesgadísima amiocentesis en el embarazo de Eva porque lo decía una tabla estadística de edad, por mucho que la madre tuviera claro que todo iba bien. O como cuando a unos grandes amigos les aconsejaron (y casi forzaron) a abortar, porque en el embarazo de su segundo hijo, se detectó un exceso de material genético en el cromosoma 11 sobre el que no había suficiente literatura médica ni estudios científicos. En ambos casos, los padres nos hicimos preguntas, atamos cabos y sopesamos ese criterio "médico-científico", que llevaba a consecuencias tan nefastas. No seguimos el dictamen médico, y en ambos casos, llevábamos razón y los niños están perfectamente 16 años después.
Eso no significa que no creamos en la Medicina o en la Ciencia. Para nada. La Medicina y la Ciencia me han salvado el ojo varias veces (ver 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7) e impidieron que lo de mi oído tuviera consecuencias nefastas. Pero eso no significa que la Medicina o la Ciencia sean un dogma. Podemos y debemos hacernos preguntas y plantear alternativas. Así, si hace unas décadas una embarazada se hubiera negado a que le pusieran rayos X (conocemos a alguien que así lo hizo), se habría visto como un sacrilegio negacionista esa postura, y sin embargo posteriormente se ha sabido el daño que esos rayos provocan al feto. Igual que cuando Mey ya en dos ocasiones, ha dejado "de piedra" a su ginecóloga, cuando le iban a extirpar unos quistes, y ha sido capaz de que éstos se disuelvan solos. ¿Cómo pretenden que simplemente hagamos o nos dejemos hacer sumisamente lo que nos dicen sin hacernos preguntas? ¿Acaso no nos damos cuenta que la medicina occidental en muchos casos está inmersa en un sistema mercantilista que simplemente va al síntoma, y no a las causas de las enfermedades? ¿Acaso se nos olvida que tenemos capacidad incluso para curarnos a nosotros mismos? ¿Cómo pretenden que cedamos de esa forma la autonomía y la libertad sobre nuestro cuerpo, como si fuéramos meros números? Con nosotros que no cuenten para jugar a ese "paternalismo" sanitario absurdo.Sinceramente, creemos que vivimos en un "Estado-niñera" o en una "sociedad-niñera". Y, por ejemplo, como niños consentidos, maltratamos, derrochamos y abusamos del gran planeta que nos acoge, en lugar de empezar a actuar como adultos y plantearnos qué podemos hacer por el maravilloso lugar en que habitamos. Por otro lado, en el ámbito socio-político, hay mecanismos de solidaridad y apoyo a muchos colectivos que si no se gestionan con equilibrio, acaban generando dependencias, esclavitudes y chantajes peores que las duras situaciones de partida. Por eso toca ya crecer y hacerse mayores. Toca hacerse preguntas. Y toca actuar en conciencia y en coherencia con nuestro rumbo vital como seres adultos y evolucionados. Aunque sea difícil y arriesgado. Aunque a veces uno se caiga y se equivoque. Nosotros hemos dejado que nuestros hijos se caigan muchas veces para que la experiencia de la caída les enseñe y les curta. Desde muy pequeños han ido de acampada a la montaña con los Scouts, y han tenido que enfrentarse por ellos mismos a multitud de dilemas y retos. Obstáculos, encrucijadas, frustraciones...¿acaso no es eso la vida?
En la película de Spiderman, éste decía que "cuanto más poder tienes, más responsabilidad tienes". Y eso implica, antes de nada, evitar que con ese poder puedas causar mal a otros. Y eso no se consigue si actúas con arrogancia y prepotencia. La misma que derrochan hoy en día multitud de instituciones y sus representantes. Por eso va siendo hora, a estas alturas de la película, de que se deje de lado, tanto paternalismo, y empiecen a tratarnos con algo más de respeto. El respeto y la confianza hay que ganárselos. No se imponen. Y para ganárselos hay que escuchar más y demostrar más empatía. Hacia el paciente con efectos secundarios. Hacia los médicos o científicos que no opinan igual. Hacia quienes no tienen ese mismo miedo.
Mey y sus compañeros del mundo de la enseñanza repiten lo mismo una y otra vez. Y es buena prueba de los tiempos que vivimos: "mis alumnos no paran de pedirme la respuesta correcta, en vez de estar dispuestos a aprender a pensar para llegar a ella". ¿Estaremos dispuestos como Humanidad a crecer para llegar nosotros solos a las respuestas de nuestra vida? ¿O seguiremos esperando como niños que nos digan lo que tenemos que hacer?
-Blog: http://familiade3hijos.blogspot.com/
-Canal Youtube: https://www.youtube.com/user/familiade3hijos-Odysee (por si censuran en Youtube): https://odysee.com/@familiade3hijos:9
-Grupo Telegram: https://t.me/familia3hijos