A veces me parece extraño que un producto tan preciado históricamente (la misma palabra “salario”, significa pagar con sal) esté tan denostado.
Como ocurre muchas veces nos encontramos con un problema de terminología: utilizamos la palabra “sal” para referirnos a dos productos completamente diferentes: sal refinada (la más común), y sal marina sin refinar.
La sal que se consume de forma habitual es refinada (no integral), es decir contiene solo sodio y cloro; por si fuera poco se calienta a altas temperaturas, lo que puede, a su vez, alterar su estructura química.
El consumo de este tipo de sal hoy en día es excesivo, teniendo en cuenta además que está oculta en comida altamente procesada y manipulada (fast food, patatas fritas…). Es absolutamente recomendable no tomar dichos alimentos y no utilizar esta sal, ya que su uso está directamente relacionado con problemas de salud, sobre todo con el aumento del riesgo cardiovascular (hipertensión, infartos, etc.)
Por el contrario, la sal marina sin refinar es un alimento integral (agua del mar evaporada), que además de cloro y sodio tiene todo un abanico de minerales y oligoelementos, que ayudan al mejor uso del sodio dentro del cuerpo y favorecen múltiples funciones.
Así, lejos de ser perjudicial, esta sal es un elemento importante en la dieta: ayuda a la conducción nerviosa, la contracción muscular y el peristaltismo intestinal; alcaliniza la sangre y regula la presión sanguínea.
Según las teorías de la Medicina Ayurveda y China, contribuye a la digestión, proporciona energía y vitalidad (ayuda a conservar el calor dentro del cuerpo por lo que aumentaremos un poco su cantidad en invierno); estimula la función renal, promueve la absorción de calcio y ayuda al organismo a eliminar toxinas.
Cuando usamos la sal en crudo, aun la integral (es decir directamente en el plato sobre los alimentos), el sodio de la sal se absorbe mucho más rápido que el potasio, aumentando su concentración en sangre, elevando la presión arterial, y sobre estimulando nuestro sistema nervioso. Es mejor utilizarla durante la cocción de los alimentos o bien macerada (como en el caso de los fermentados miso y tamari).
Resumiendo, usar sal marina sin refinar, en la cocción o en forma macerada, lejos de ser un riesgo para la salud es beneficioso, sobre todo en el contexto de una alimentación basada en ingredientes integrales de origen vegetal.
Autora: Dra. Eva T. López Madurga. Médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública. Consultora de Nutrición, Macrobiótica y Salud Integral
Fuente Bio Eco Actual Enero 2018