Los nevos o popularmente los lunares son formaciones en la piel que aparecen desde el nacimiento (congénitos) o durante la vida del individuo (adquiridos). Se observan como manchas de diverso color, generalmente marrón oscuro, variada ubicación, tamaño y forma. Pueden presentarse agrupados o aislados y su color está dado por un pigmento llamado melanina.
Estos podrían aparecer a cualquier edad pero habitualmente lo hacen durante los primeros 20 años. Con el transcurrir del tiempo muchos lunares pueden achicarse o desaparecer.
En lo que respecta al control de los mismos es el dermatólogo el profesional médico encargado de su evaluación ya que existen lunares benignos y malignos. Dicho examen debe llevarse a cabo una vez por año en pacientes que noten diferencias en la anatomía del lunar o antes si existen factores de riesgo para el cáncer de piel. Las diferencias en la anatomía pueden ser: aumento de tamaño, coloración y forma. Siempre que el especialista evalué estas formaciones debe tener presente la asimetría, los bordes irregulares, el color y el diámetro que siempre debe ser inferior a 0,6 centímetros.
Se recomienda la exéresis o extirpación de los lunares en las siguientes circunstancias: cuando están ubicados en zonas sujetas a rozamiento, superan los 0,6 centímetros, son irregulares o asimétricos, cambian de coloración, sangran, producen picazón y duelen.
A si mismo antes de ir al médico es común que el propio paciente se descubra solo los nevos en un autoexamen de la piel.
Hoy en día hay un gran número de mitos respecto de los lunares pero ninguno carece de estudios suficientes para ser validados y aquí es importante remarcar que es solo el dermatólogo el encargado de diagnosticar.