Por su interés, elevamos a artículo un jugoso y certero comentario de Carlos RH en Voto en Blanco. ---
Es tan improbable que salga un estadista de los actuales partidos políticos españoles como que salga un pepino de un limonar. Nuestros partidos políticos nada tienen que ver con el funcionamiento de los partidos políticos de las democracias anglosajonas, en nuestro caso el producto es defectuoso y sectario, sale con taras que luego se van a reproducir allá por donde pasen. De ahí que una Margaret Thatcher española sería un sucedáneo como nos quieren hacer colar a Esperanza Aguirre que tiene de liberal lo que un inspector de Hacienda o un abogado del Estado.
Nuestros políticos se han criado a la vera del Estado, la mayoria del Congreso en un 80% pertenecen a la burocracia estatal, el mayor campo de reclutamiento de la política. Y con esos mimbres es imposible que se fabrique un cesta liberal que arremeta contra el propio Estado del que forman parte.
Un Estado que es utilizado como pagador de favores, como cortijo para los amiguetes, como contratista de obras inútiles y como cobijo y refugio de la red clientelar. El Estado es hoy un monstruo inservible e improductivo que solo sirve para hundirnos más en el abismo. El deficit es consecuencia de todo ello ¿Y quien es el que lo paga? El ciudadano con la confiscación de su esfuerzo, en concreto, son 5 meses los que tiene que trabajar gratis cualquier español para pagar al Estado. Esto con una Margaret Thatcher se hubiera acabado pero como he dicho nuestros partidos políticos no producen ese producto sino todo lo contrario.
La hija del tendero demostró que no sólo se puede llegar a la política desde cualquier ámbito de la vida sino que cuando uno tiene convicciones y las pone en práctica las cosas pueden funcionar. En nuestro caso, las convicciones acaban al dia siguiente de ganar las elecciones, todo lo que se prometió y te hizo ganarlas se cambia por todo lo contrario, demostrando así una falta total de convicciones y sí por el contrario un fuerte apego por el interés sin la más mínima verguenza moral. Es lo que hay y lo que tenemos, auténticos chapuceros que lo mismo trapichean en el asiento de atrás del coche oficial en una gasolinera que en yate de un narcotraficante.
No le pidamos peras al olmo, aunque como dijo Octavio Paz, el hombre es el único olmo al que se le pueden pedir peras. No nos caerá esa breva.
Carlos RH