El hombre de la fotografía que aparece sobre estas líneas es Kim Schmitz, el fundador del popular servicio de almacenamiento online Megaupload. Personaje excéntrico y polémico, tiene un pasado como hacker y acusaciones de fraude de tarjetas de crédito, entre otros. El FBI procedió ayer al cierre del servicio de Megaupload y a la detención de siete personas. Millones de usuarios registrados andarán pidiendo a Paypal que les devuelvan su dinero, y no hablemos ya de los archivos personales (para nada relacionados con obras protegidas por derechos de autor) que han quedado en el limbo y cuyos legítimos propietarios esperan poder recuperar algún día. El servicio que ofrecía Megaupload es muy sencillo de comprender: Tú subes tus archivos a mis servidores y eres responsable de ellos. Yo sólo te ofrezco un lugar donde guardarlos y desde donde acceder a los mismos. Exactamente lo mismo que hacen los bancos con las cajas de seguridad para los objetos físicos. ¿Para cuando veremos al FBI cerrando bancos porque sus clientes guardan objetos que no les pertenecen en sus cajas?
Internet y su independencia están en serio peligro con decisiones como esta y con la “Ley Sinde” y la ley SOPA (Stop Online Piracy Act). No se trata únicamente de la legalidad, la moralidad o la ética de acceder a contenidos protegidos por derechos de autor sin pagas por ellos. Se trata de la libertad de compartir información y cultura sin la necesidad de intermediarios. En ocasiones como esta se ve muy claramente la diferencia entre lo que es legal y lo que es justo.
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