Corea del Norte ha llamado a la puerta de las negociaciones, pero a cañonazos. ¿Qué lleva a Pyongyang a iniciar estas acciones? La línea oficial de Pyongyang es que el sur disparó primero; aunque las evidencias de esto son del todo falsas, el lunes tuvo lugar en el paralelo 38º el más grave incidente desde el armisticio de Panmunjon en 1953. La escalada llevada a cabo por Corea del Norte desde que el año pasado hundió una cañonera está llevando a ambos países al borde de la guerra. Hay quien se cree que la acción de Pyongyang es una respuesta a las maniobras militares que la marina de Estados Unidos y Corea del Sur estan realizando en el mar amarillo. También se ha esgrimido que es un intento por parte del Norte de mostrar su rechazo al reparto territorial de 1953. Pero los analistas están viendo en esta acción insensata y peligrosa unas raíces más profundas. Hay quien está viendo la necesidad de asegurar la herencia de Kim Jong Un, el hijo menor del dictador norcoreano que ha sido nombrado recientemente general de cuatro estrellas con tan solo veintisiete años. Parece que dentro del estamento castrense ha generado un malestar que la cúpula del partido comunista de turno quiere disipar monando una cortina de humo. Otra explicación a barajar es la penosa situación de la economía norcoreana, dependiente en extremo de China, está empeorando más de lo habitual y que esta es una llamada a la comunidad internacional. Haciendo uso de la doctrina Kissinger, comenzar un conflicto en falso para asegurar unas negociaciones en caliente, parece que el Norte quiere sentar de nuevo al grupo de los seis para discutir sobre el programa nuclear norcoreano. La administración Obama se ha negado en repetidas ocasiones a sentarse a hablar bajo coacción y ahora que Corea ha actuado, parece que la pelota se encuentra en el tejado chino. Personalmente estoy bastante harto de escuchar y ver que somos siempre las democracias quienes hemos de poner todas las mejillas posibles. Es como si la superioridad moral de nuestro sistema político se traslade al terreno geopolítico y nos ponga en el papel de los Ghandi del mundo. No es justo para los ciudadanos que han sido bombardeados, ni tampoco para la opinión pública de las democracias. Estoy de acuerdo en que es mejor tener a los norcoreanos sentados en la mesa de negociación que disparando torpedos y artillería. Pero hasta qué punto tenemos que ser siempre los que transijamos. Tal vez haya que tomar medidas de fuerza y hacer ver al jefe del manicomio y de su protector chino que tienen mucho que perder si siguen por esta senda. Quizá habría que plantearse estrangular la economía china para que éste estrangule a su protegido. Quizá habría que trasladar a veinte mil soldados más al paralelo 38º y amenazar claramente a Corea del Norte. Quizá por una vez debamos ser las democracias las que amenacemos a las dictaduras. Quizá el perro rojo se esté meando en nuestro jardín y tengamos derecho a dispararle.
Es solo una mera reflexión sobre la difícil situación en la que se encuentra la Administración Obama. O bien se sienta a negociar con Corea del Norte e intenta explicar al mundo cómo no ha sido obligado por la diplomacia de las bombas, o bien provoca una escalada militar que puede terminar en una guerra abierta en una región en la que, desde 2007, se está dando una carrera armamentística. Personalmente creo que no debemos abrir conversaciones con el régimen norcoreano, creo que su capacidad nuclear es muy limitada sino completamente nula. De no encontrarse en apuros no se comportaría de forma tan temeraria.