Revista Economía

Es la hora de valorar la independencia (económica)

Publicado el 13 abril 2022 por Pacolopez

Todos habíamos entronizado la globalización como algo positivo e inevitable. Y probablemente lo sea. Pero no habíamos valorado bien el coste de la dependencia que esa globalización conlleva.

La pandemia de la Covid y la guerra Rusia-Ucrania nos da hecho ver de golpe que el problema no es la globalización, sino la no diversificación de fuentes de suministro y la dificultad de gestionar cadenas logísticas complejas.

Países y empresas tratan ahora, con prisas, de rectificar ese costoso error.

El proceso va a acelerar cambios que ya se propugnaban hace tiempo, pero que avanzaban quizás más lentamente de lo que debieran. Esa va a ser una consecuencia positiva del shock que estamos viviendo.

¿Cuáles son?

  • La economía del uso en contraposición a la de la propiedad, que promoverá los productos usados y el aumento de la utilización durante la vida de los productos.

  • La economía circular, que fomenta el reciclaje de los productos y que implica no solo a los consumidores sino a los propios fabricantes.

  • La racionalización del consumo y en general del crecimiento por el crecimiento, entendiendo no solo que estamos agotando las materias primas y el planeta, sino que aumenta nuestra dependencia de países inestables. Como es el caso de Rusia, que estamos sufriendo actualmente, con materiales como el paladio.

  • Sin duda alguna la sustitución de los combustibles fósiles por las energías renovables, que están experimentando un boom en forma de demanda de coches eléctricos o de instalaciones fotovoltaicas o eólicas.

  • La producción local, sea de textiles, de alimentos o de chips. La Unión Europea ya ha decidido promover la fabricación de chips para reducir su dependencia de los países asiáticos. Tampoco tiene sentido importar alimentos de países situados a miles de kilómetros e incluso en otros continentes.

Creo que es un proceso imparable a la "independencia". Un proceso en el que resultarán ganadores algunos países y las empresas que entiendan el proceso y aprovechen la tendencia.

Aunque también hay ganadores que no querríamos que lo fueran, como la industria militar. Esperemos que sea un cambio temporal y que los presupuestos que se vuelquen en ella tengan un componente tecnológico que luego sea aprovechable para fines civiles. Al fin y al cabo la guerra es y será aún más en el futuro, principalmente tecnológica.


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