Revista Salud y Bienestar
Nuestros ancianos toman muchas pastillas. En muchos casos demasiadas. Dada su complejidad visitan diferentes departamentos y especialistas que van colgando nuevos tratamientos sin atender a los que ya tomaban o a características personales y sociales de la persona que tienen delante. Para el médico de cabecera suele ser un desafío tratar de optimizar dichos tratamientos para priorizar los que sean de más valor para el paciente y desechar los de menor o nulo beneficio.
En casos de demencia avanzada es muy común que se dé esta situación de polimedicación, a la que se unen dos tendencias en aumento: administrar fármacos para la demencia (no indicados en estados avanzados) por un lado y para la "agitación" (potencialmente peligrosos) por otro.
Aprender a retirar las pastillas para el colesterol y otras que innecesarias para estas personas es una prioridad para los médicos que les acompañan. Aplicar prudencia a la hora de medicalizar la agitación también parece de importancia.
María García Gil nos aporta datos para quien quiera profundizar en el tema.