Según la OMS, «la salud mental es un estado de bienestar en el que la persona realiza sus capacidades y es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, trabajar de forma productiva y contribuir a su comunidad».
Evidentemente, ésta definición es muy amplia, agregamos además que la salud mental supone la capacidad de coordinar el PENSAR – SENTIR – ACTUAR, para auto percibirnos en control de nuestras vidas, orientados hacia nuestros deseos y objetivos y con fluidez de matices emocionales.
La salud mental y física se vinculan en un continuo en constante relación : la salud emocional y mental facilita un cuerpo sano, una nutrición consciente (qué y cómo comemos) y hábitos de movimiento (ejercicio), que ayudan a prevenir enfermedades crónicas, lo que a su vez supone un mayor equilibrio mental.
Por otra parte, el bienestar describe un estado de fluidez en nuestras rutinas para desarrollar al máximo nuestro potencial.
El bienestar se preocupa más por un estilo de vida que por indicadores de salud (física o mental). La percepción de bienestar es posible con o sin una salud perfecta porque se trata de todos los aspectos de nuestra vida: cuerpo, mente, trabajo, relaciones, su vida emocional y mucho más. Por eso, aún transitando una enfermedad crónica, física o mental, es posible alcanzar un estado de bienestar, se trata de establecer equilibrio entre lo deseado y lo posible, de una forma realista, constante y comprometida.
Solemos hablar de la salud como ausencia de enfermedad, en cambio el concepto de bienestar se enfoca en profundizar en todas las áreas de nuestra vida para buscar continuamente el equilibrio.
Por ejemplo, puedo estar físicamente en forma, estar sano físicamente pero padecer un constante ruido mental, con pensamientos obsesivos que no paran o puedo tener ansiedades y miedos injustificados lo que me lleva a alterar mi ritmo de sueño o comer mal o exagerar mi preocupación por ejercitarme, seguramente mi bienestar emocional será muy bajo.
Los programas de bienestar abordan todos los aspectos de la vida para que siempre pueda alcanzar un mejor estado de salud y bienestar.
O puedo tener salud física pero no bienestar físico. El hecho de que no sufra un problema importante de salud, como hipertensión o diabetes no significa que mi cuerpo esté en forma y bien nutrido.
Las variables a considerar en temas de salud, física y mental, incluyen:
/la genética,
/el entorno en el que se creció,
/los alimentos disponibles,
/la disponibilidad de acceso a incentivos culturales,
/los vínculos estables y
/cualquier enfermedad aguda o crónica presente o pasada
Por su parte, las variables asociadas al bienestar incluyen
/ la percepción de autoeficacia y autoestima,
/hábitos nutricionales variados y sin restricciones autoimpuestas que supongan algún grado de estrés o ansiedad x la comida,
/elegir mover nuestro cuerpo alegremente y no como una auto imposición,
/disponer de una batería de técnicas de resolución de problemas para no sentirnos presionados por las circunstancias,
/eliminar relaciones tóxicas de nuestra vida y
/trabajar de la mejor manera posible en una profesión o actividad que se acerque a nuestro modelo interno de «felicidad».
Modelo de Bienestar de Ryff(1989)Carol Ryff psicóloga, directora del Instituto del envejecimiento y profesora de psicología en la Universidad de Wisconsin-Madison, desarrolló hace ya 30 años una forma de entender el bienestar psicológico, concluyendo que varía según la edad, el género, el contexto cultural . Ryff considera al bienestar como una condición necesaria, pero no suficiente para mantener la salud mental y física, en tanto el bienestar psicológico-dice- se relaciona con el sistema inmune, el sistema nervioso y el sistema endócrino.
Basándose en el modelo de Ryff, Giovanni Fava y Chiara Ruini desarrollaron en 2003, desde la Universidad de Bologna, la «Terapia del Bienestar» que tiene por objeto potenciar el bienestar, con estrategias cognitivo- conductuales para:
(1) mejorar la identificación de momentos positivos,
(2) identificar los pensamientos irracionales que generan «rotondas mentales», y
(3)resolver – en lo posible- las carencias en las 6 áreas del bienestar propuestas por Ryff.
Y, agregamos, entender que «estar bien» es también aceptar que los sentimientos negativos, la confusión y a veces la quietud forman parte del paisaje.
Buscar mejorar nuestra salud y bienestar es -sobre todo- profundizar en la comprensión del por qué detrás de nuestras elecciones. Establecer y alcanzar objetivos puede parecer realmente desafiante, por lo que tener claro nuestros contextos nos puede ayudar a elegir mejor nuestras «batallas».
Algunas preguntas que ayudan a diseñar tu contexto de bienestar:
- ¿Cuáles son las 3 fuentes principales de tu estrés y cómo se sentiría transformar esas experiencias?
- ¿Has notado alguna relación entre tu estado emocional y qué y cómo comes?
- Si quisieras moverte más, ¿Cómo te prepararías para lograr lo que quieres con metas razonables y sostenibles?
- Si buscas cambiar de carrera o trabajo a algo más saludable, ¿Qué pasos pequeños podrías ir haciendo para que se sienta menos aterrador y más empoderador?
- Y si tienes una enfermedad crónica, ¿Cómo puedes hacer las paces con mi cuerpo?
- El tiempo libre es para tí ¿una oportunidad o un castigo?
Llegar a la fuente de las experiencias es el camino de una sólida práctica de bienestar. Al establecer nuestros contextos de vida desde una perspectiva de causa- consecuencia, nos será más fácil construir rutas nuevas y hacer planes divirtiéndonos por el camino, sin sentir que luchamos contra molinos de viento.
Fuentes:
Ryff, C. D., & Keyes, C. L. M. (1995). The structure of psychological well-being revisited. Journal of Personality and Social Psychology, 69(4), 719–727. https://doi.org/10.1037/0022-3514.69.4.719
Ruini, C., & Fava, G. A. (2004). Clinical Applications of Well-Being Therapy. In P. A. Linley & S. Joseph (Eds.), Positive psychology in practice (pp. 371–387). John Wiley & Sons, Inc..
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