Revista Opinión

¿Es Mariano un tirano?

Publicado el 23 mayo 2013 por Franky
¿Es Mariano un tirano? Muchos españoles empiezan a creer que Mariano Rajoy es un tirano. No hay pruebas concluyentes de que lo sea, pero realmente lo parece, cada día mas: incumple lo que promete, es impermeable a las críticas, jamás escucha consejos, ignora la opinión de su pueblo, miente, está aplastando a los ciudadanos y a las empresas....

La tiranía es más una enfermedad del alma que una situación jurídica o política. Un tirano puede haber llegado al poder siendo escrupulosamente elegido en las urnas, como ha ocurrido muchas veces en la Historia. El difunto tirano venezolano Hugo Chavez es el mejor ejemplo del tirano que gana elecciones.

Rajoy reune en su perfil político y psicológico casi todos los rasgos que definen a la tiranía: miente, engaña, incumple sus promesas, incluso las electorales, que son sagradas en democracia, pide sacrificios a su pueblo mientras él y los suyos viven en la abundancia, se cree con el derecho a gobernar con un cheque en blanco en la cartera, reparte premios y privilegios entre sus fieles, legisla y gobierna en contra de la opinión de las mayorías y parece disfrutar cuando doblega la voluntad popular. Además, aplica la ley de manera desigual, no persigue a los corruptos y ladrones, condecora a los esquilmadores, legaliza saqueos como el de las participaciones preferentes y beneficia siempre al fuerte frente al débil.

Rajoy es un típico miembro de la clase dirigente española que se cree propietaria del Estado, una de las mas inhumanas y despóticas del planeta. Es descendiente de burócratas con dinero que llevan instalados en el poder desde hace siglos y miembro de una “casta superior” que lleva tanto tiempo viviendo en las alturas, lejos del pueblo y del sufrimiento, que ni siquiera es capaz de entender lo que significan privación, desempleo, desamparo y pobreza.

Muchos españoles empezaron a sospechar que Rajoy era un tirano el día que el presidente dijo que "no había cumplido sus promesas, pero había cumplido con su deber", una frase típica de sátrapas y dictadores, pronunciada por tiranos como Stalin y Hítler para justificar sus desmanes. Lo importante en democracia es, precisamente, cumplir las promesas y respetar las reglas, no cumplir con un deber que siempre es subjetivo y manipulable. Para otros muchos quedó confirmado que Rajoy era un tirano cuando en mayo aceptó beneficiar a Cataluña permitiéndole un déficit mayor que a otras comunidades, una barbaridad tan antidemocrática, sucia y contraria a la igualdad establecida por la Constitución que provocó ira en muchos ciudadanos y rebelión de algunos de sus barones.

Los tiranos son seres enfermos que disfrutan doblegando a sus pueblos y gobernando en contra de los deseos ciudadanos. No existe otra explicación para la tozudez injusta de Rajoy, que se niega a adelgazar un Estado que está plagado de políticos y de amigos del poder succionando la ya seca teta del Estado. Sube los impuestos de manera inmisericorde, sin que haya cerrado antes ni siquiera una televisión autonómica, cuya única utilidad es ser juguetes de políticos arrogantes y piezas de los mentirosos y manipuladores aparatos de propaganda de partidos y gobiernos.

El tirano es corporativista y se siente solidario con los demás que también explotan y oprimen al pueblo. Al tirano no le tiembla el pulso cuando cientos de miles de ciudadanos son desahuciados y expulsados de sus hogares, ni cuando millones pierden sus puestos de trabajo y ni siquiera pueden alimentar a sus familias. No pierde el sueño cuando miles de españoles se suicidan porque no pueden soportar el sufrimiento y la humillación, ni siente remordimiento ante una estafa como la de las participaciones preferentes, que ha robado sus ahorros a cientos de miles de trabajadores españoles, muchos de ellos ancianos que perdieron los ahorros de toda una vida. No mueve un músculo cuando cientos de miles de empresas cierran por culpa de los impuestos abusivos que él y los suyos cobran o por la estúpida y humillante burocracia que imponen.

Les encanta sentirse impunes y superiores y se sienten seguros rodeados de falanges defensivas, integradas por periodistas sometidos, por policías a los que les gusta golpear y por jueces ajenos a la verdadera Justicia. El tirano y sus secuaces saben que si el barco se hunde, el primer salvavidas siempre será para ellos.



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