Revista Opinión

Es matemáticamente imposible que Pedro Sánchez pueda ganar limpiamente unas elecciones en España

Publicado el 30 abril 2021 por Franky
Pedro Sánchez ha acumulado tantos enemigos y tiene ya tantos cadáveres en las alforjas que es matemáticamente imposible que pueda ganar limpiamente unas elecciones en España. Acumula tanto rechazo y desprecio que ni siquiera puede ya caminar tranquilo por las calles y plazas, donde es continuamente abucheado. Nunca podrán votarle los maltratados autónomos, los empresarios del turismo, los restauradores, los que están en el paro o en los ERTEs, los arruinados, los que sufren la violencia en las calles, los que tienen sus barrios infectados de delincuentes, muchos de ellos inmigrantes, los jueces maniatados, los cristianos, los demócratas, los que padecen impuestos abusivos, la gente honrada, los médicos, los enfermeros, los familiares de las víctimas del COVID, los que sufren esperando unas vacunas que no llegan y cientos de colectivos y ciudadanos escandalizados y aterrorizados ante el destrozo de España que Sánchez y los suyos están perpetrando. Sus enemigos y los que simplemente le rechazan o desprecian integran ya muchos centenares de legiones de españoles frustrados e indignados. --- Es matemáticamente imposible que Pedro Sánchez pueda ganar limpiamente unas elecciones en España A Sánchez, rodeado de enemigos y de españoles indignados, si quiere ganar unas elecciones, quizás no le quede otra opción que el pucherazo.

En España ocurre ya como en Venezuela o en Cuba, que la única forma que tienen sus repudiados gobiernos de ganar elecciones es haciendo trampa.

Sánchez ha llenado sus alforjas de cadáveres. Y los muertos que claman venganza son tantos que él también está muerto, al menos políticamente.

Mas de la mitad de los jueces advierten a Europa que Sánchez pone en peligro el Estado de Derecho. Más de 200,000 médicos le acusan de haber marginado la ciencia y gestionado pésimamente la pandemia y el proceso de vacunación. Los demócratas le acusan de prostituir el sistema. Le rechazan la enorme marea de desempleados, de víctimas de la crisis encuadrados en los ERTES y los jóvenes, los que padecen más desempleo y oscuridad en su horizonte de toda Europa. Los arruinados le están esperando para vengarse, junto con los que se sienten saqueados por un gobierno codicioso que cobra impuestos abusivos.

¿Acaso van a votarle los que sufren al verse rodeados de violencia y delincuencia en las calles y barrios? ¿Le van a votar lo que tienen sus vivienda okupadas y los miles que temen que se las okupen los delincuentes que el gobierno protege? ¿Podrían votarle los que sufren maltrato y marginación en los tribunales, sólo por ser varones, víctimas de las injustas leyes de género?

¿Quiénes pueden votar a Sánchez? Son pocos y cada día menos: los golpistas catalanes y los independentistas vascos, que le aman porque Sánchez les está haciendo el trabajo de destruir España. Le votarán también los adictos a las subvenciones, los que quieren repartirse el botín del dinero público, los vagos que esperan repartirse el dinero que les quitarán a los ricos, los adictos a ordeñar el Estado, los beneficiados por subvenciones y contratos trucados, los corruptos, que no son pocos, y la mayoría de los socialistas, junto con los ciudadanos abducidos y moralmente deteriorados que no aman a España y desean la trifulca y el caos para saquear y aprovecharse. Le siguen votando, sobre todo, los que están siempre saturados de odio a la derecha y no han logrado perdonar ni olvidar la Guerra Civil, un sentimiento de revancha que el gobierno alimenta con su maldita Memoria Histórica.

El sanchismo, degradado y convertido en una fábrica de rencor y odio, ha logrado potenciar la división y el extremismo en España, de manera que cualquier contienda electoral enfrentara a la España decente con la que ha caído en la degradación. El sanchismo ha logrado, sobre todo, dividir a España en dos bandos: el de la gente decente y trabajadora que ama a España y el de los que se alimentan de la ración diaria de envidia y odio que les reparte el gobierno.

Francisco Rubiales


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