Revista Motor

Es mucho mejor acompañado

Por José María José María Sanz @Iron8832016

Pues claro que hay que hacer un homenaje a esta iniciativa, The Distinguished Gentleman's Ride, que se ha celebrado hoy en no sé cuántas ciudades del mundo. Se organizan para recaudar fondos para la lucha contra el cáncer y lo hacen en torno al mundo de la moto y de la elegancia. Yo he estado en la concentración que ha tenido lugar en Madrid. Y mi mujer ha venido conmigo.

Triumph Motorcycles es, junto con la marca Zenith, el gran sponsor del evento. En el interior del concesionario de la calle José Abascal hemos podido tomar un desayuno y ver las motos que tienen allí guardadas. Son motos impresionantes. Hemos podido ver de cerca una Boneville Speedmaster, en color negro. Me ha parecido una barbaridad de moto. También hemos podido ver la Bobber y otras más, todas ellas realmente preciosas. Luego hemos tocado las Tiger. Uf, las Tiger... Las motocicletas británicas, en general, me parecen artefactos muy bien conseguidos y muy bien acabados. Son motos muy pegadas al suelo y a la lluvia, al barro y al asfalto, y hay que llevarlas vestido de cuero, con las manos abajo y la cabeza alta. Bueno, estas son las cosas que hemos visto en el concesionario, pero claro, como siempre, yo iba a lo mío.

Lo mío era imaginarme con una de esas preciosidades bajo el culo. Imaginarme tranquilear por mi provincia, por mi país y por mi paisaje haciendo de las mías. Y no me ha resultado difícil, es más, me ha encantado la idea. Enseguida ha venido la comparación de estilos: Harley-Davidson frente a Triumph. Dos motos, dos conceptos, dos continentes y una existencia compartida desde principios del siglo XX. Dos cartas para quedarse a una. No sé si en el concesionario de Madrid admiten eso de dejarte una moto para darte un pirulo. Me encantaría, ciertamente. Por cierto, no tengo tan claro lo de que en Madrid, Harley-Davidson y Triumph estén " frente ".

En una de estas, me he encontrado con Leif Sagas, acompañado de otro Javi. Nos hemos saludado, que hacía mucho que no nos veíamos. Grande, Leif, ya tendremos un rato más propicio para contarnos y recontarnos. También hemos podido saludar a Sergio y a Héctor, y a Víctor y su Ossa preciossa.

Y el rugir de las motos, el atronador concierto que hemos desparramado por todo Madrid bajo un sol todo de otoño que tenía entradas de primera fila para el desfile. Y el calor, que ha hecho -supongo que ha debido ser eso- que la Cabezota fracasara dos veces y se viniera abajo. Menos mal que íbamos despacio y volver a arrancar es sencillo. Una vez finalizado el asunto hemos hecho el viaje de vuelta, que lo hemos salpicado de Alcalá, de Los Santos, de Pozo y de Chiloeches, y lo hemos concluido a la sombra del árbol de los libros comiendo huevos rotos con jamón.

La moto se maneja peor con pasajero que sin pasajero (en este caso, pasajera). No frena bien, vas inestable a baja velocidad, tienes que vigilar los laterales, aceleras menos porque la potencia se entretiene con el peso, no ves nada por los retrovisores y los cascos chocan con bastante frecuencia. Lo cierto es que se maneja peor que yendo solo. Pasa lo contrario que con mi vida, que se maneja peor yendo solo, porque yendo acompañado frenas mucho mejor, vas muy estable a baja velocidad, no tengo que vigilar los laterales, no hay peso que valga, los retrovisores están limpios y visibles, y los cascos no chocan, sino que se abrazan amorosamente ante cualquier oportunidad. La vida es mucho mejor acompañado.

Es mucho mejor acompañado

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