Revista Psicología

Es muy difícil ser simple en medio de gente complicada

Por Paulo Mesa @paucemeher
Es muy difícil ser simple en medio de gente complicada

Estamos bastante habituados a culpar a los demás de lo bueno y lo malo que nos pasa. Del mismo modo, cuando nos corresponde asumir la parte de responsabilidad que nos toca por el mal [o bien] que le hacemos al mundo, tenemos un montón de excusas y explicaciones para salir en limpio, pero al hacerlo, al desconocer el fondo y la causa de cómo actuamos, nos perdemos del tesoro que representa comprendernos mejor. Sin duda, hay mucha gente que nos hace la vida a cuadritos, pero también se la hacemos a cuadritos a otros más, directa o indirectamente.

¿Qué hace que alguien sea complicado? Tratar de explicar qué hace que alguien sea complicado es bastante subjetivo. Los juicios que hacemos frente a las complicaciones pueden venir desde muchos lugares: alguien puede ser complicado porque ante la situación más informal se viste formal o por los hábitos de vida que tiene, por lo que come, por lo que le gusta o no le gusta, por lo que lee o deja de leer, por sus afiliaciones ideológicas, inclusive por cosas aparentemente pequeñas como es el hecho de ser puntual o no, etcétera.

Lo que percibimos en alguien es un juicio que nosotros mismos tenemos sobre lo que consideramos que es la realidad, es decir, nos puede parecer muy sencilla una persona con la que simplemente hacemos un acuerdo de palabra y esa persona cumple el acuerdo..., pero una persona con la que llegamos a un acuerdo y lo incumple puede llegarnos a parecer complicada y hasta peligrosa. Tan simple como eso.

Una persona puede tener también otras complicaciones, situaciones que nosotros juzguemos como tal, pero somos perfectamente capaces de convivir con ellas y hasta nos causan afecto y sabemos que son una marca distintiva de la personalidad de ese ser. Esas complicaciones se vuelven relativas.

Si piensas en tus familiares, amigos, compañeros de trabajo y otras personas allegadas a tu vida, probablemente te das cuenta de que tienes mucha gente rededor que puede incluso ser bastante complicada, pero eso a ti no te importa. Tú sabes que son así, te has adaptado a eso y básicamente pierdes cuidado, no tiene ninguna trascendencia, entonces te das cuenta de que la medida de lo fácil o difícil, de lo complicada o sencilla que parezca una persona fundamentalmente es un juicio tuyo. También la cultura a la que pertenecemos o a la que pertenece esa persona entra en juego, pero no nos meteremos con eso por ahora.

¿Cuáles son tus propias complicaciones? La respuesta es bastante sencilla: Todo el arsenal mental que tengas para ver la realidad y que te hace sufrir... esas son tus complicaciones, aquello que te roba la paz, aquello que no te deja vivir una vida coherente, aquello que no te deja ver las cosas como son, esas son tus complicaciones, es así de simple.

Es muy difícil ser simple en medio de gente complicada
Ahora bien, ¿cómo chocan tus complicaciones con las complicaciones de los demás? De nuevo, eso sólo lo sabes tú, pero el hecho de entender cuáles son las personas con las que congenias más fácil y cuáles son aquellas con las que tienes más dificultades serán los seres que te servirán de espejo. Si es algo que ya tienes integrado, comprendido, interiorizado y consciente, pues las complicaciones de los demás no te van a molestar, simplemente pasas de largo y tu vida sigue.

En cambio, todo eso que te dispara la molestia y lo ves como un gran complique, es precisamente aquello que no has resuelto en ti porque te demuestra toda esa sombra con la que no te has querido conectar y que está esperando a ser resuelta, expuesta y asimilada.

Ahora bien ¿cómo es que le complicas la vida a los demás? Haz el ejercicio de pensarlo y observa lo siguiente: cuando haces o dejas de hacer ciertas cosas, cuando hablas o callas, cuando emites juicios, cuando críticas, cuando te metes en lo que no te importa, en fin, cuando te vuelves una pesadilla y no dejas a los demás en paz. ¿Haces a los demás lo que no-quieres (no-admites) que te hagan a ti?

Si lo analizas con calma, molestar a los demás también le añade complicaciones a nuestra propia vida. Cuando no tenemos vida propia terminamos queriendo vivir la de los demás y eso representa una cantidad de tiempo y energía enormes que podríamos emplear en otras cosas más productivas y divertidas. Cuando molestas a los demás, en algún punto despiertas una reacción y más adelante tendrás que hacerte cargo de lidiar con eso... cuando no molestas a nadie se vuelve innecesario responder después. Mientras más gente molestes, peor se pondrá el asunto.

Entonces, no es que sea difícil ser simple en medio de gente tan complicada, posiblemente estemos en el lugar errado rodeados de la gente equivocada. Nuestras decisiones son las primeras que determinan qué tan sencillas o complicadas son las personas con las que nos rodeamos y qué tipo de relaciones establecemos con ellas.

Probablemente lo que tú necesites sea muy distinto a lo que yo necesito, cada uno de nosotros se rasca sus pulgas distinto y cada uno define su tranquilidad de acuerdo a sus necesidades. Para muchos, lo único que necesitamos para tener una vida más sencilla es que nos dejen en paz, que no se metan a opinar.

¿Qué haces tú para ayudar a que la vida los demás sea más sencilla? ¿Te has preguntado eso alguna vez? Si debes paga, si te comprometes cumple, si te prestan devuelve, si te buscan atiende, si te piden silencio cállate, si el otro no quiere no le insistas, si no es tu asunto no te metas... hay muchos caminos para llevar la fiesta en paz.

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