Desde el otro lado de la barra un parado literalmente parado sentencia: «Mira Luis; a estos los ponía yo con pico y pala a hacer la jodida Tercera Ronda» (circunvalación por la que suspiramos en Coruña ciudad desde hace muchos años y gobiernos). Carcajada cómplice y general en la cafetería. El hombre prosigue: «Con la de problemas y desgracias que hay y estos todo el día rascándola y discutiendo por todo. Y encima les pagan como a nadie. ¡Que les den!». Otra vez carcajada y una humareda de nicotina y comentarios a tutiplé. Todos de hartazgo, por decirlo suavemente. Pago el café, me despido y recojo entre un encendido debate sobre las necesidades del país y la miopía de tantos políticos. Antes de cerrar la puerta alguien lo deja muy claro: «Es que esto es un cachondeo»... Una frase que se convirtió en un zumbido hasta que me senté a escribirla.
Revista Comunicación
9.45 de la mañana. Barrio coruñés de Los Rosales. Tras dejar a uno de los niños en el colegio me doy 15 minutos para tomar un café necesario. Bar medio lleno, como el Congreso de los Diputados habitualmente. Televisión encendida y silencio en la cafetería, que aún está arrancando el viernes. Por fin viernes. En la Primera empieza un minidebate. Enviados especiales y encorbatados del PSOE, PP y BNG empiezan a enrocarse con lo del Constitucional, el Estatut y todas esas cosas tan machaconas y repetitivas. Poco a poco el diálogo televisivo va subiendo de tono mientras el resto estamos dándole al café y a la prensa de papel. O al iPhone. Cuando la cosa se torna casi en rifirrafe y la presentadora no sabe ya qué hacer, Luis, el dueño del bar, sentencia con el mando a distancia en la mano: «Bueeeeeeno, acabouse. No estamos aquí para más discusiones». ¡Zap! y a otro canal, esta vez de música. Música agradable al menos.
Desde el otro lado de la barra un parado literalmente parado sentencia: «Mira Luis; a estos los ponía yo con pico y pala a hacer la jodida Tercera Ronda» (circunvalación por la que suspiramos en Coruña ciudad desde hace muchos años y gobiernos). Carcajada cómplice y general en la cafetería. El hombre prosigue: «Con la de problemas y desgracias que hay y estos todo el día rascándola y discutiendo por todo. Y encima les pagan como a nadie. ¡Que les den!». Otra vez carcajada y una humareda de nicotina y comentarios a tutiplé. Todos de hartazgo, por decirlo suavemente. Pago el café, me despido y recojo entre un encendido debate sobre las necesidades del país y la miopía de tantos políticos. Antes de cerrar la puerta alguien lo deja muy claro: «Es que esto es un cachondeo»... Una frase que se convirtió en un zumbido hasta que me senté a escribirla.
Desde el otro lado de la barra un parado literalmente parado sentencia: «Mira Luis; a estos los ponía yo con pico y pala a hacer la jodida Tercera Ronda» (circunvalación por la que suspiramos en Coruña ciudad desde hace muchos años y gobiernos). Carcajada cómplice y general en la cafetería. El hombre prosigue: «Con la de problemas y desgracias que hay y estos todo el día rascándola y discutiendo por todo. Y encima les pagan como a nadie. ¡Que les den!». Otra vez carcajada y una humareda de nicotina y comentarios a tutiplé. Todos de hartazgo, por decirlo suavemente. Pago el café, me despido y recojo entre un encendido debate sobre las necesidades del país y la miopía de tantos políticos. Antes de cerrar la puerta alguien lo deja muy claro: «Es que esto es un cachondeo»... Una frase que se convirtió en un zumbido hasta que me senté a escribirla.