Es simple, es mágico. Ponte frente a tus hijos y contémplalos.
Cuando estén haciendo eso que no te gusta, que te preocupa, que te parece incorrecto.
Permanece ahí. Observando. Sintiendo. Percatandote.
¿Que sientes?, ¿que juicios aparecen? ¿que te gustaria que fuera diferente? ¿para qué?
Contempla y date cuenta de tu mundo interior
Observate en ese reflejo que ellos te ofrecen.
Sus gritos, llantos, miedos, su rabia, sus conductas inadecuadas.
Contempla
Como es esto en mi?
Que gritos no he dado? Que llantos he contenido? Que miedos he callado? Que rabia que ignorado? Que conductas he reprimido? Cuanta libertad he sacrificado?
Contémplalos y deja que surja tu naturaleza.
Nombralo. Dale un espacio.
Diles con honestidad. Yo también quisiera gritar. Yo también me siento solo a veces. Yo también tengo ganas de llorar. Yo también siento miedo.
Dale voz a ese mundo que está oculto incluso para ti.
Recibe el regalo que te dan al mostrártelo con valentía.
Tus hijos develan eso que escondes.
Contempla, no intentes cambiar nada.
simplemente ama.
A ellos y a ti