Después de pasar por Bilbao y participar en la autodisolución de Lokarri y después de leer a Luis Aizpeolea en El País, al concluir la semana volví a ver elProyecto 43-2 (las coordenadas del Árbol de Gernika) ideado por María San Miguel. Hasta el domingo se puede ver en la sala Mirador de Madrid, programada por Juan Diego Botto.
Sigue siendo una hora de íntimo e intenso teatro y, después, un rato de debate degustando un marmitako que se prepara en escena. Bueno, y un culín de sidra.
Desde luego es un espectáculo que no deja indiferente. En la escena se conmemora el aniversario familiar, íntimo, del asesinato por ETA de un funcionario municipal de un pueblo vasco. La amatxu, una viuda que"no es normal"; su hija, su hijo..., huérfanos que tampoco son normales; una amiga y su hermano, un joven abertzale. La posibilidad de curar heridas, de sentarse juntos a cenar hablando o sin hablar.
ETA ya ha desaparecido y ahora es el momento de hablar, de reconciliarse. Este Proyecto nos permite acercarnos a una realidad sin tabúes. Nos presenta de sopetón que cualquier conflicto tiene solución y nos permite reflexionar y debatir sobre las dificultades.
En abril, en la Sala Cuarta Pared, tendrá su continuación con una historia basada en el encuentro entre una víctima y su verdugo...