Enemigos de la familia El deterioro en la relación familiar no es algo que se produce de la noche a la mañana. Obedece como tal, a un proceso, en el que generalmente no apreciamos grandes cambios hasta que llega el momento en el que la proximidad de una espiral sin fondo, un abismo muy profundo, nos envía señales inequívocas y en muchos casos, puede ser tarde. ¿Cuáles son los principales enemigos de la relación familiar? Permítanme relacionarle algunos: el trabajo, el egoísmo, las muchas ocupaciones en la Iglesia, perseguir nuestras propias metas y no las que benefician a la familia, buscar sólo la satisfacción propia, el fútbol, la lectura del diario o de libros de manera compulsiva, chatear por teléfono, pasar demasiado tiempo ante el computador y, por supuesto, ver demasiada televisión. ¿Vive usted alguna de estas situaciones? Pues tome nota, porque afectan su relación en el hogar y minan la intimidad emocional que debe alimentarse diariamente con su cónyuge y sus hijos. Los autores, reconocidos mundialmente por su dedicación a salvar a las familias americanas, escriben: “Para mantener algo fresco, vivo y en buen orden, hacen falta cuidado, mantenimiento y, algunas veces, restauración. El matrimonio no escapa a esta regla. A menos que se mantenga fresco y se nutra, se desvanecerá como una vieja fotografía. El matrimonio es una relación dinámica de amor entre un hombre y una mujer, y cada instante esa relación se hará una profunda y rica o se estanca y decae. Y todos los matrimonios deteriorados señalan al meno un camino oscuro y solitario que puede terminar en divorcio.”(Gary y Barbara Rosberg. “Matrimonio a prueba de divorcio”. Editorial Unilit. EE.UU. 2004. Pg. 17, 18) Si nos vamos desconectando de la familia, todos los componentes terminan por acostumbrarse a ese distanciamiento. La falta de alimentar la relación rendirá sus frutos, representados en la crisis en el hogar. De ahí que encontremos esposos y esposa resentidos, que no quieren seguir intentándolo, e hijos rebeldes, que quieren abrirse paso en la vida por sus propias fuerzas y métodos. Señales que hay una “crisis” en marcha La crisis en la familia se pone de manifiesto con continuas discusiones, indiferencia los unos por los otros, rabia recíproca, sentimientos de odio de padres a hijos y viceversa o entre los componentes de la pareja, respuestas groseras ante la más mínima provocación, entre otras. Estas señales deben prender nuestra alerta. Recuerde que la crisis se pone de manifiesto en la relación conyugal y con los hijos. ¿La razón? Quizá les hemos herido y sus reacciones hoy, son el fruto de lo que sembramos. Es cierto, hay una enorme distancia entre la familia soñada y la familia real. En una cultura como la nuestra, todos los hogares están expuestos a peligros, y más nuestros hijos. Poco a poco, si los problemas no se resuelven, lo más probable es que pensemos en el divorcio, palabra que dicho sea de paso, deberíamos borrar de nuestro vocabulario. Precisamente el autor y conferencista, Gary Rosberg, hizo un alto en el camino y reconoció que había dedicado su tiempo al estudio, descuidando a la familia: “Mi vida estuvo fuera de control, la gente de mi familia funcionaba con un piloto automático y tenía delante de mí un largo camino si deseaba ganarla de nuevo. En aquel momento no sabía cómo Dios sanaría el dolor en nuestros corazones. Sólo sabía que había llegado al final de mí mismo, y que lo necesitaba como nunca antes.” (Gary y Barbara Rosberg. “Matrimonio a prueba de divorcio”. Editorial Unilit. EE.UU. 2004. Pg. 19)
Esté atento a las señales de alerta en cuanto a eventuales crisis
en su familia
Por Fernando Alexis Jiménez ; Estudios Bíblicos