Pero como suele ocurrir en muchas ocasiones, al conocer el coste de esta misión, que se ha estimado en unos 1300 millones de euros, no han sido pocas las voces que han tachado este gasto de despilfarro absurdo, ya que según esas mismas voces, todo ese dinero se podría haber gastado en solucionar los muchos problemas que acucian a la humanidad en nuestro planeta. Esas afirmaciones ya las he escuchado muchas veces, no solo referidas a la investigación espacial, sino a todo tipo de investigación, sobre todo de aquella que es considerada muchas veces como un lujo, como algo que no aporta nada más que "conocimiento".
Siempre me han parecido absurdas este tipo de afirmaciones, en primer lugar porque al igual que si yo ayuno hoy, lo que hubiera comido no servirá para alimentar a otra persona, la inversión en investigación, del tipo que sea, nunca puede ser considerada un despilfarro. Nadie puede dudar de que gracias a la investigación hemos logrado vencer enfermedades que hace tan sólo unos años eran incurables, o se ha logrado descubrir materiales que han conseguido que nuestra vida sea más confortable. Pero aparte de esa investigación, que podemos considerar como aplicada, la investigación pura, sin más (ni menos) pretensiones que la ampliar nuestro conocimiento, es importante en sí misma, no sólo por el hecho de que no estar dirigida específicamente a resolver un problema concreto, no significa que en el futuro los descubrimientos obtenidos no sean aplicados a un evento o eventos específicos, sino porque el mero hecho de conocer como funcionan las cosas es importante. Negar la importancia del conocimiento científico sería lo mismo que negar la importancia del arte o de la literatura para nuestro desarrollo intelectual.
Pero centrándonos en el tema del despilfarro, quizás sea conveniente dar unas cifras y algunos ejemplos para saber de que hablamos. Actualmente, el presupuesto del estado dedicado a investigación civil es de 5563 millones de euros, que supone el 1,24% de nuestro PIB, frente al 2% de media de la Unión Europea.
Pero por si la inversión en investigación no fuera escasa, en un contexto de crisis económica como el actual, los responsables de gestionar el dinero público han aplicado unos recortes sin precedentes en este campo, que no sólo han sido criticados duramente por las instituciones científicas y los colectivos de investigadores, sino que también lo han sido desde la Unión Europea. Estos recortes han conseguido que la ciencia española retroceda más de una década y que muchos proyectos punteros que se encontraban en marcha hayan tenido que suspenderse por falta de financiación. Parece evidente que para los señores que gestionan nuestros impuestos, la inversión en investigación evidentemente es un lujo que no nos podemos permitir, aunque se haya dicho miles de veces que es precisamente en un contexto de crisis cuando debería aumentar el gasto en investigación.
El ejemplo del cometa
Pero por si estos recortes en investigación ya fueran poco sangrantes, lo resultan aun más si tenemos en cuenta que los presupuestos destinados a infraestructuras para el año 2015 han aumentado un 8,8% respecto a este año, sin lugar a dudas porque para el año que viene hay elecciones y ya sabemos que vende más un kilómetro de AVE que un microscopio.
¿Pero que tiene que ver todo esto con el cometa 67P/Churyumov–Gerasimenko? Pues aparentemente nada, sino fuera que ayer, mientras miraba aburrido un programa de televisión, me dio por hacer unos sencillos cálculos para comparar la inversión destinada a esa misión espacial con una de las inversiones más conocidas en las infraestructuras asturianas: el túnel de la variante de Pajares que comunicará la meseta con Asturias por AVE.
Pues con esos sencillos cálculos nos daremos cuenta de que si la obra del túnel de la variante de Pajares lleva gastados 3500 millones de euros y mide 24,6 km y la operación Rosseta que aterrizó un robot en un cometa a 520 millones de km costó 1300 millones de euros, para recorrer el 0,00000047% de esa distancia en tren se va a gastar el triple que para volar hasta Júpiter en una nave espacial.
"Cosas veredes amigo Sancho que harán fablar a las piedras"