“A veces Cupido duerme de cansancio, pero es de tanto jugar con el amor”
Hace unos días estuve hablando con un amigo acerca del amor. Me comentaba que ahora deseaba tener una relación, y yo me pregunté en ese instante: “¿cómo puedes saber realmente cuando quieres una relación?” Puede que todos tus sentidos te hagan pensar que no es el momento, no deseas tener nada con nadie, y menos ir cita tras cita sonriendo e intentando conocer en una noche a la otra persona, buscando algo que digas que “eso” es exactamente la llave que necesitas para abrirte hacia él. Lo sé, porque ahora mismo yo no quiero tener nada con nadie, pero si creo en lo que viene a continuación.
Un día, de repente, conoces a alguien por el motivo que sea y te ves atrapada en un remolino de pensamientos, dudas, sentimientos y un largo etcétera más. No sabes lo que sientes, pero sin quererlo ni beberlo sales y vuelves a salir con ese individuo que te hace sentirte diferente, entonces comienzas a tener una relación. No te digo una relación de: “amor para toda la vida, para siempre”, sino simplemente… Una relación. Existen muchos tipos, pero cuando dos individuos se sienten atraídos el uno por el otro, y empiezan a verse casi de continuo intercambiándose besos y algo más de vez en cuando, digan lo que digan, para mí eso es una relación. No importa si hablamos de sexo, soledad, amor, empatía… Es una relación. Sé de lo que hablo porque por fortuna o por desgracia he pasado por ello, y me imagino que todos los que me estáis leyendo… También.
Desde hace tiempo, como todos sabéis, defiendo muy bien esa frase que dice: “creo en el sexo, la pasión y la atracción. Pero no en el amor”. Pero el amor es un niño regordete travieso que juega con sus flechas porque le encanta ver sufrir a la gente, o le gusta ver lo que sucede como si fuera una de esas películas cómico románticas, donde al final acaban juntos tras un largo camino… Aunque eso, amigos míos, muy pocas ocasiones ocurre. Y yo soy la menos indicada, porque debo reconocer que la historia de dos parejas que tuve, ambas fueron como cuentos con finales felices al acabar juntos como en las películas, pero finales todo lo contrario al empezar la parte que siempre se corta en esas mismas películas. Es decir, por ejemplo en: “Con derecho a roce” acaban juntos, pero no aparece la mañana siguiente, todos dan por supuesto que seguirán felices para siempre, pero normalmente no es lo que ocurre. Pues esa sería mi película.
El caso es que yo no quiero una relación, pero Cupido ha decidido que es hora de que aparezca alguien en mi vida.