Revista En Femenino

Esa Doctora, ¿Una Profesional?

Por Patricia Patricia Manzano Gómez @lavidaentrebibe
18 noviembre, 2014 0 comentarios Artículo Reflexiones entre biberones & Actualidad, Salud & Bienestar

A lo largo de nuestra vida acudimos a un sinfín de consultas médicas, algunas por rutina&trámite y otras porque sufrimos alguna dolencia, pero independientemente de la causa que lo genera, ¡ninguna por gusto! Y esta actividad que desagrada a casi todos, muchas veces se convierte en una pesadilla cuando el profesional al que acudimos no es tan “profesional” como argumenta su Curriculum Vitae.  Os cuento mi desagradable experiencia.

Hace más de 5 años que acudí por primera vez a una revisión ginecologíca, éste hecho será susceptible de múltiples críticas, ¡lo sé! Nunca he pretendido ser ejemplo de nada y nadie, y por supuesto que tenía mis razones pero no son justificación de nada… ¡Solo era miedo a lo desconocido!  Sin ánimo de criticar, y menos a mi madre, hoy creo que debería haber sido ella quien me llevase de la mano a una consulta de este tipo, sin embargo no lo hizo, ¡y sus razones tendría!

El caso es que más cerca de los treinta que de la veintena, ningún médico ,me había explorado. Unos meses después de mi matrimonio, una bombilla se encendió en mi cabeza y consideré que sería oportuno realizar la visita de turno. Llevábamos instalados en Toledo un par de años, y aunque viajábamos con asiduidad a mi ciudad de origen, decidí que sería en Toledo donde me enfrentaría al dichoso miedo. En la guía médica encontré dos ginecólogas, al azar, ¡y dichoso azar! elegí una de ellas. Llamé por teléfono, obtuve mi cita, y el día “X” junto a mi marido acudí a consulta. Todo parecía perfecto, la consulta limpia, luminosa, amplia, y bastante vacía de pacientes. Hoy creo entender por que estaba tan vacía.

Llegó mi turno. La doctora bastante amable, no lo voy a negar, rellenó parte de la ficha médica, después me invitó a acompañarla a una sala contigua, y me exploró. Dentro de que no fue agradable, me lo había imaginado mucho peor, sin embargo en ese instante no era conocedora de lo que se avecinaba. ¡Buff!, es el resumen de mi sensación tras terminar la exploración. Creí haber terminado el trance, ¡nada más lejos de la realidad! La doctora mientras yo me vestía, me advertía que en la exploración había hallado  dos tumoraciones “sin nombre” y un mioma. Os podéis imaginar cómo viró mi cara en ese momento.¡No lo podía creer! ¡No me podía pasar a mí!

En ese instante que mi cara era un poema, la dichosa doctora me tranquilizó mientras volvíamos a su despacho: – Hay que ponerle nombre y la ciencia ha avanzado mucho (fueron sus palabras). Sin embargo nada mas sentarnos en la silla, su pregunta fue – ¿Qué antecedentes de cáncer tienes en la familia? Supongo que esa pregunta solo confirmó lo que yo sospechaba. -¡Muchos!, y empecé a enumerarlos (dije yo). Ahora era ella quien viraba su cara sin poder evitar realizar una mueca de preocupación que no acompañaba a sus palabras.- No adelantemos acontecimientos. Vamos a solicitar un análisis de marcadores tumorales y hablamos. Menos mal que no os habéis quedados embarazados, porque hubiera sido un problema para realizarte cualquier tratamiento. Por cierto, ¡No miréis en Internet!, salen los peores casos.(Dijo la doctora).

¿Creéis que me estuve parada? ¡Pues no! Miré de todo, posiblemente me equivoqué, soy ansiosa e impaciente, y en  una situación así tampoco podía estar de brazos cruzados. Mi cabeza dio mil vueltas, me imaginé la vida a partir de ese momento, tratamientos, caída del pelo, no ser madre nunca, incluso cambiar de mundo. Imaginé de todo, fueron de los peores días de mi vida, posiblemente por eso los recuerdo con detalle.  Lo único que consiguió levantarme el ánimo fue ver como mi compañero, mi amigo, y mi marido cambiaba su visión hacia mi, intentando protegerme de todo lo malo que tuviera que venir.

La analítica de los dichosos marcadores tardaban una semana en llegar, podéis imaginar cómo  se sucedieron los días previos. El señalado para recogerlos, un Martes cualquiera para muchos, en mi intento de demostrar que me importaba muy poco, no quise ir a recoger los análisis. Mi marido fue el encargado, ¡menudo marrón le metí! Volvió a casa con buena cara, pensé que había pasado el susto cuando me dijo que todo estaba bien. Después al mirar detenidamente la prueba, nos percatamos que no había datos que no apareciesen en una analítica completa, pero rutinaria. Fue entonces cuándo descolgamos el teléfono para llamar a la cínica y preguntar cuáles eran los datos de los marcadores tumorales. -¿Qué marcadores tumorales?, ¡Uff, perdonar no los hemos realizado!  (dijeron) ¡Otro revés para mi! A modo de favor ya que su error había sido gordo, nos aseguraron que sin falta los tendrían para el viernes, ¡otros tres días más!

El viernes los tuvimos, y no estaba bien, el CA-125 daba bastante alterado, ¿qué significaba eso? Una pesadilla que ocupó todo el fin de semana hasta que un médico conocido que además padecía cáncer quiso explorarme, ya que la doctora de turno el lunes no pasaba consulta, y tras intentar localizarla en tres despachos donde prestaba servicio, solo me dijo:- ¡Tranquila, no es cáncer!, padeces endometriosis. Juro que respiré profundo, y solo acerté a decirla – ¿qué es eso?. Ella respondió: -Una enfermedad crónica, en la próxima consulta hablamos y te cuento.

Con esta información, pasado el susto inicial al temido cáncer, empezó el periplo con la endometriosis. El médico conocido, tras su consulta consiguió tranquilizarme y los días siguientes pude afrontarlos con otro ánimo. El doctor consideró  sin entrar en más detalle que el diagnóstico de su “colega” de profesión había sido demasiado aventurado, a lo que acompañó con muecas de sorpresa, indignación y profundo malestar, cuando le narramos nuestra experiencia.

Por supuesto que a la doctora en cuestión no regresé jamás, ¡una y no más, gracias! Su diagnostico no fue tienes un cáncer, sin embargo lo insinuó e incluso trato de prepararme para ello, en su conocimiento casi pleno de cual sería mi diagnostico final. Y tras darse de bruces con la prueba que contradecía su creencia, la presentación que me brindó con una enfermedad crónica con la que convivo, no fue la más amable. Posiblemente a la espera de que pasara la tarjeta médica en una nueva consulta médica, y así abonase su trabajo.

En conversaciones posteriores descubrí que no soy ningún caso aislado, ni el resultado de un mal día de esta Señora de sensibilidad cero y credibilidad menos uno, ya que con frecuencia ha diagnosticado a otras mujeres la temida enfermedad del cáncer de forma equivocada, incluso en un caso al enfrentarse de bruces con pruebas médicas que la contradecían, siguió en su empeño. No era una visionaria, la mujer de la que os hablo siete años después esta sana, tan sana como estaba en ese momento.

Hoy convivo con la enfermedad y me he cruzado con profesionales estupendos en lo sucesivo, que consiguieron explicarme con detalle y sencillez en que consistía la dolencia.

¿Has tenido malas experiencias con profesionales sanitarios? Nos gustaría conocer tu experiencia..

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Patricia Manzano

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Tags: cáncer, consulta, endometriosis, médico

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