Revista Asia

Esa frágil normalidad

Por Amoreno
El viernes os decía que a pesar de lo que estamos viviendo por aquí estamos bien, pero según han seguido pasando los días he comprobado que en realidad no estamos tan bien. Llevo ya una semana de vuelta en Japón y no he conseguido pasar una sola noche sin despertarme por causa de los terremotos (o de las réplicas, ya me da igual). Esa sensación de estar durmiendo y despertarte de repente porque la casa está temblando es desagradable pero si encima ocurre noche tras noche la tensión se acumula y termina afectando psicológicamente.
Toda esa tensión desapareció sin embargo el domingo cuando quedé con mis amigos de Tokio para hacer hanami (ver el florecimiento de los cerezos) en el parque de Yoyogi.
Esa frágil normalidad
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El año pasado no pude celebrar la ocasión como se merecía porque me pilló recién llegado y con el ajetreo de los primeros días en Japón las flores terminaron de caerse de los cerezos antes de que quisiera darme cuenta. Pero este año no, ya había reservado el momento. El parque estaba precioso vestido de blanco y desde primera hora del día los tokiotas decidieron desobedecer las recomendaciones de su alcalde no faltando a su cita anual con la primavera.
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Nosotros llegamos sobre las 11 de la mañana y los organizadores quisieron darle un toque gastronómico al encuentro trayendo jamón, pero no de ese que viene en sobres de plástico sino ¡una pata de jamón entera! Olé.
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Entre todos nos turnamos para cortarlo y repartir entre los presentes, no faltaban el pan ni el tomate, ni tortillas de patata, albóndigas y demás platos de la tierra para acompañar. Fue un placer no parar de comer durante las 7 horas que pasamos allí.
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Y durante todo el día no dejó de llegar gente, japoneses y extranjeros. Por la tarde el parque estaba casi lleno y la felicidad flotaba en el ambiente, hasta el punto de ser contagiosa. La gente reía, cantaba, brindaba y se emborrachaba, escuchaba música y bailaba, jugaba al badminton y a la pelota. Parecía como si el terremoto y el riesgo nuclear no hubieran recibido la invitación para asistir ese día al evento y todo el mundo se hubiera olvidado de ellos.
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Fue un día perfecto. Creo que todos necesitábamos un día así para quitarnos la tensión acumulada, para conseguir la normalidad que buscábamos hasta por los rincones últimamente. Y lo logramos...
Pero hoy he aprendido que la normalidad es algo muy frágil, algo que puedes haber tardado días en conseguir y que se te puede arrebatar en apenas unos segundos. Hoy a las 17:16h tenía lugar un terremoto de magnitud 7.1 en la prefectura de Fukushima que se ha dejado sentir con grado 6- JMA en Fukushima, grado 5+ en Ibaraki (donde vivo) y grado 4 en Tokio y que de golpe nos ha vuelto a recordar la realidad que nos toca vivir a los que estamos en el norte de Japón.
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Hoy por la tarde comenzaban las clases del Master con una orientación sobre una asignatura obligatoria. Estábamos reunidos más de cien estudiantes en el Aula Magna del Advanced Research Building B de la Universidad de Tsukuba y un profesor explicaba el formato de las presentaciones para los proyectos de tesis. Ha hecho una pausa para respirar y de repente han sonado al unísono todos los teléfonos móviles de la sala, era el sonido de la alerta temprana por terremoto. Hemos tenido entonces unos segundos de silencio y de tensión en el que los unos a los otros nos mirábamos expectantes, a la espera de que ocurriera algo. El miedo en el ambiente era palpable. Después ha empezado el temblor y ha ido creciendo en intensidad.
Yo era el único estudiante extranjero así que mi primer impulso ha sido dejarme llevar por el resto de estudiantes y profesores japoneses. Sin embargo he tenido que contemplar estupefacto como la gente seguía de pie o sentada sin hacer nada. Y no hablo de personas cualquiera, estoy hablando de profesores de una universidad pública japonesa expertos en desastres naturales, riesgos urbanos y riesgos medioambientales. Y allí estaban tan tranquilos y serenos mientras todo se movía a su alrededor. Que me aspen si eso no es tener sangre fría (o impotencia, no sé qué pensar). Cuando uno de los profesores ha dicho por fin que nos metiéramos debajo de las mesas ya era tarde y muchos estudiantes de las filas de atrás habían salido por patas del edificio. Yo he visto que no cabía debajo de la mesa así que también he echado a correr para afuera. Cuando he llegado al hall del edificio he visto todo el techo del mismo moviéndose y he pensado que podría desprenderse de un momento a otro así que al final me he pegado a la pared junto a una columna.
Cuando ha dejado de temblar hemos regresado para dentro y tras el susto se ha reanudado la sesión de orientación. Pero los teléfonos seguían sonando y han venido más réplicas, así hemos estado durante la media hora que faltaba para terminar la presentación. Veía a la mayoría de estudiantes japoneses pendientes del móvil y poco a poco iban comentando noticias sobre el seísmo: el epicentro, la magnitud, el grado JMA en las diferentes regiones, el número de réplicas y su intensidad, etc. Sobre las 18:00h ha terminado la clase y hemos podido salir. Yo he sentido algo de claustrofobia y he tenido que salir a que me diera el aire. Y es que, a pesar de ser de menor intensidad que el terremoto del pasado jueves (la réplica más gorda hasta ahora), al haber ocurrido en un lugar más próximo lo he sentido con mucha mayor intensidad. De ahí la importancia de tener en cuenta las dos escalas que comentaba, la Escala Ritcher para medir la magnitud del terremoto en el epicentro y la Escala JMA (Japan Meteorological Agency) para medir el efecto que deja sentir en un punto, es este caso en Ibaraki ha sido 5 JMA frente al 4 JMA del pasado jueves.
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Al rato hemos tenido una cena con los profesores y más o menos todos han hablado del terremoto para bien o para mal. Después me he vuelto a casa y con calma he preparado una mochila con todo lo imprescindible para salir con lo puesto en caso necesario, aunque estoy casi seguro de que no será necesario y es probable que la intensidad de las réplicas vaya en disminución. No obstante, llevaba unos días con la idea en la cabeza y de hoy no pasa. Desde que ha ocurrido el temblor de las 17:16h se han sucedido las réplicas una y otra vez cada 10-15 minutos. Todo apunta a que esta noche será larga y más movidita que las anteriores.
Mañana toca empezar a buscar de nuevo esa normalidad, pero el fin de semana está cerca, a tan sólo cuatro días, y quién sabe si entonces podré ir al parque con los amigos y hacer hanami debajo de un árbol, y que nuestra única preocupación vuelva a ser que se acaben las cervezas. Quién sabe...

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