Revista Opinión

Ésa Fugaz Belleza…

Publicado el 22 diciembre 2018 por Carlosgu82

Siempre pensando en una “perfección” inexistente, el hombre se vuelve ególatra, narcisista, avaro, manipulador, egoísta, indiferente y en extremo exigente, al punto de descuidar la transcendencia que marca con su esencia, más no con su presencia en este mundo, donde habita sólo de manera transitoria.

Es capaz de someterse a mil y un procedimientos quirúrgicos, tratamientos naturales o químicos, intervenciones y hasta rituales de todo tipo para tratar de, al menos, parecerse a uno de ésos cánones o patrones que imponen en la sociedad donde sobre-vive diariamente, dejándose influenciar por el “qué dirán” antes que preocuparse por preservar su propio bienestar.

Son prejuicios que van moldeando a seres cada vez más inconformes, testarudos y desconfiados, que se encierran en su propia burbuja y se limitan a aceptar las críticas, que destructivamente van dañando lo que en principio era lo ideal: alguien correcto, noble, educado, puro, amable, honesto, incorruptible.

Pero es una lástima saber que ésa, su verdadera hermosura, haya sido aniquilada, marchándose con aquéllo que un día fue y no volverá, arrastrándose por tormentosos caminos donde no se persiguen proyectos personales para esclavizarse en los de otros; los mismos que son capaces de perjudicar, sin considerar el gran malestar que causan.

Estos demonios que generan desgracias, imponiendo sus principios ante la mirada atónita de muchos que comprenden las dimensiones de los problemas que ocasionan, con sus decisiones autoritarias sobre los demás, son los que van guiando y liderando a unas masas que actúan bajo sus criterios absurdos y retrógrados; mentes brillantes, pero llenas de una malicia inconcebible.

Pensábamos que el infierno era un lugar muy distante del infinito horizonte que percibimos al elevar nuestras miradas, las cuales no tienen que ahondar en profundidades para conocerlo: está aquí, entre nosotros, en este plano terreno. Y, de cada uno depende si sobrevivimos a ello… A ésa fugaz belleza, que corrompe las almas y aniquila lo realmente valioso: nuestro ser, que no es “el parecer”.

¿Debemos seguir adelante perfeccionando lo visible a los ojos, cuando hay maravillas incalculables que descubrir ante lo que se nos muestra?


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