Mucho se escribe y se predica con respecto a la ansiedad, pero pocos intentan profundizar en las raíces más auténticas de lo que este término, tan de boga en nuestros días, esconde de verdad.
La ansiedad es la respuesta que se produce cuando interpretas una situación como amenazante y consideras que no serás capaz de hacerle frente de manera adecuada y que, además, tendrá consecuencias sumamente desagradables.
Por ejemplo, si tienes que hablar en público puedes sentir ansiedad porque piensas que te quedarás en blanco y harás el ridículo; puedes sentir ansiedad al conducir un coche porque ves la situación como muy peligrosa y piensas que tendrás un accidente, que conducirás mal, que los demás conductores te insultarán, etc.
Por tanto, lo que determina que sientas o no ansiedad no es la situación en sí misma, sino la interpretación que hagas tanto de la situación como de tu capacidad para afrontarla.
¿Qué hace que aumente la probabilidad de sentir ansiedad?
Cuanto más realista sea tu interpretación de la situación, menos probabilidad tendrás de sentir ansiedad; por este motivo es muy importante pensar correctamente. Las personas más ansiosas tienden a exagerar las consecuencias negativas que pueden tener lugar.
Cuando más realista sea la opinión que tienes de ti mismo y tu capacidad para afrontar las diversas situaciones de la vida diaria, menos probabilidad tendrás de sentir ansiedad. Las personas ansiosas tienden a considerarse menos capaces de lo que en realidad son.
Cuanto más dispuesto estés a aceptar y soportar el malestar de las situaciones más problemáticas o difíciles para ti, menos probabilidad tendrás de sentir ansiedad. Las personas más ansiosas piensan que no podrán soportar el malestar emocional que sentirían.
Por el contrario, cuanto mayor sea tu predisposición a buscar soluciones para afrontar las situaciones temidas en vez de huir de ellas, menos probabilidades tendrás de sentir ansiedad.