Revista Opinión
La gente, en general, ya no tiene mirada, esa mirada que no hace mucho tiempo tenía.
Mirada limpia, sin recovecos, sincera, esa que mira directamente al alma, la verdadera, la que no miente.
Hoy me he fijado que la buena gente, ya no tiene mirada, se la han robado.
Antes había miradas cómplices, miradas de respeto hacia los demás y también había miradas de súplica, de entendimiento, de mesura, de ayuda.
Ahora ya no existen. Solo están las miradas en un punto fijo, esa mirada incrustada en el infinito.
Como mucho, ahora, están las miradas rápidas al móvil, como pidiendo que se produzca alguna alerta que nos haga profundizar en lo que nos insinúan.
Memeces, las más de las veces, que nos repiten una y otra vez, como para que nos las creamos y las más de las veces son puramente inciertas.
Solo queremos que nos hagan caso, aunque sea una ráfaga momentánea, para dar las gracias.
Ya no existe esa mirada.