Revista Opinión

“esa Ropita”

Publicado el 25 febrero 2019 por Carlosgu82

Salí de casa a las diez de la mañana debido a un trabajo que me había salido casualmente una hora atrás. El lugar era algo diferente a lo de siempre. Las calles colapsaban de gente en esas horas pero no me jodia. Todo lo contrario, amaba ser una más de la muchedumbre. Camine unas cuadras hasta llegar a la parada del colectivo. Al subir a ese trasporte, observe como los tripulantes de este me observaban de manera despectiva. Solo pensé: “mi vestimenta”. Al llegar al sitio acordado con mi superior, encontré el clima algo tenso. Sí, algo andaba mal.

Creí que mi laburo esa mañana sería suspendido pero gracias a mi suerte, no fue así. Otra ves las miradas sobre mí. Debo aclarar que no tenia lugar donde cambiarme, es por ello que debí hacerlo antes de salir de casa, y eso atraía las miradas de las personas, y más que nada de los prejuicios. Fui llamada por uno de los tipos que estaban en ese lugar, me dirigí hacia él algo nerviosa ya que nunca lo había visto. Su mirada se poso sobre mí de manera tan irritante que no sabía si pegarle una cachetada o esconderme con ese morocho rasta sexi atrás de un baño. Y dejarme llevar por mis fantasías, aunque hacia solo diez minutos que los conocía. Me llevo hasta mi puesto y me dijo claramente que debía hacer. Si antes había miradas sobre mí, ahora había cuerpos totalmente desenfrenados pensando cualquier pose conmigo.

La verdad es que más de una vez pensé en salir corriendo, pero no pude hacerlo. Necesitaba la plata sinceramente, y debía bancármela, sea como sea. En mi cabeza dije acción Mariana.

Veo cómo un pibe se me acerca en un auto recién sacado de una concesionaria y me hace señas. Como ingenua que soy pensé que estaba perdido o que necesitaba algo. Al acercarme vi cómo su cuerpo se tensaba y su cara registraba mis fachas en ese entonces.

-¡Hola linda!- su vos hizo tambalear mi cuerpo.

-Hola- dije tímida. Si había algo que no le faltaba era ser canchero.- ¿Qué necesitas?

-¿Y vos qué necesitas?- Dijo completamente relajado, mi confusión empezaba.

-Yo necesito trabajar flaco, vos no sé.

Lo único que quería era sacármelo de encima. Ya me molestaba su futura soberbia.

-Y qué mejor que trabajar con un caño como yo.

Ahora sí que empezaba a irse a cualquier lado esta conversación. Si es que lo era.

-¿Perdón?- y mi tono se elevo a un nivel incalculable. Me estaba jodiendo o qué?

-Te perdono, linda. Y me guiño su ojo. Ya estaba traspasando los límites.

-¿Qué carajo queres estúpido?- Y ya volvía a mi puesto de trabajo.

Este pibe estaba pensando cualquiera, y yo lo sabía. Esta bien que necesito gita pero tampoco iba a caer tan bajo. Llegaba a fin de mes claramente, pensaba para mí.

-¿Vos cuánto queres chiquita?- y ese diminutivo había acabado con mi paciencia.

-¿Cuánto quiero de que?-

Ya subía al auto y le arrancaba la palanca de cambio y se la partía por ese cuerpo notablemente trabajado.

-¿Cuánto cobras linda?- Y ahí estallo la guerra.

-¿Me estas diciendo prostituta?- Y mi grito despertó a medio barrio.

Muchas miradas se posaron es esa escena.

-No chiquita, solo sé que lo haces por necesidad.

Mis ojos ya estaban totalmente desorbitados. Este pibe era un gil con todas las letras.

-¡No soy una prostituta barata flaco! – Mi ira era completamente comprensible. Este pibe no entendía nada.

-¿A no sos barata? ¿Cuánto me saldría entonces? – Creo que lo bizarro de la situación desencadeno en mí una carcajada amarga. Ahora era su cara la que no entendía donde estaba parado ni con quién trataba.

-¿Perdón?- Le di de su propia medicina.

-Perdonado gil.

Y su cara se trasformó por completo. Lo sexi arrogante se había ido a un lugar sin destino, su cara era de enojo notable, como la mía minutos antes.

-Escúchame una cosa nena, ¿quién te crees que sos?. Te crees que este trabajito de cuarta te va a salvar- yo solo lo miraba con atención para rematar a sus dichos- Ah no, claro esperas que algún GIL como yo se pare y pida una noche con vos, entonces lo enamoras y te ganas su billetera no?.

No sabía si reír ante su confesión o partirle la cara nuevamente como lo había echo antes en mi imaginación. Sólo pude mirarlo sin expresión alguna y volver a mi puesto. Al pararme nuevamente en aquella esquina, vi cómo él bajaba de su auto echo un demonio. Mi mirada no tardo en registrar su deseable cuerpo, “esa cara tallada a mano”, dijo mi mente sin pedir permiso. Se acerco a mi más de lo esperado, sujeto mis muñecas y me arrincono contra la pared.

-¿Qué paso naipe? Te enamoraste de mi, y me vas a ceder toda tu fortuna- comente totalmente risueña. Sus ojos sólo podían emitir palabras de odio hacia mí y una que otra mirada sobre mi vestimenta.

-¡No te enojes ché!- y eso desencadeno lo mejor de mis recuerdos. Aferro mi cuerpo hacia él y sus labios ya se posaban en los míos. Mi cuerpo tembló en su totalidad y sé que él extraño de pelo rapado lo noto. Sabía que me encontraba débil ante su cuerpo y no podía permitir aquello. Lo empuje unos metros pero volvió a mí como un boomerang. Otra ves se abalanzo hacia mí y su cuerpo y el mío fueron uno en un instante.

-¿No vas a hablar chiquito?- Y sí, ahora era yo la que controlaba la situación a pesar de la pose en la que nos encontrábamos.

-¿Qué sos pendeja? ¿Qué queres?- Y sabía que estaba totalmente perdido. El no sabía quién era yo, y yo tampoco quién era él pero si sabía lo que su mente pensaba de mí, y decidí jugar con aquello.

-Mmm la verdad es que los de tu nivel no se merecen noches conmigo, busco calidad no cantidad.

Mi primer batalla ganada. Lili 1- Extraño 0.

-Claro y la desesperación te lleva a caer mas bajito no?- y sé que ese chiquitaje era debido a mi altura. Lili 1- Extraño 1.

-Y tanto te gusto lo pequeño que acá estamos no? – Ahora estaba llevando la delantera. Ja, este no sabía con quién se metía. Lili 2- Extraño 1.

-Digamos que me gusta hacer sentir un poco mejor a la gente, levantar el autoestima diría yo.

Y sí, ya no me estaba gustando nada la situación. Se me estaba yendo de las manos y no quería perder el control.

-¿Sabes qué?, agarra tu autito de colección y ándate flaco. Yo no juego y tampoco soy lo que crees – su mirada reflejaba confusión, ya no sabía ni que hacia, yo tampoco.

-Pensé que estabas perdido y té quise dar una mano, pero no quise agarrarte la mano, ¿no sé si entendés?- y sé que soné sarcástica, pero no quería serlo. Sólo debía sincerarme.

-¿Y esa ropita?- y sé que quiso retomar la batalla, pero yo ya me había retirado.

-Esta ropita se llama laburar, si laburo pero como actriz nabo. Me toco hacer una escena de prostituta, nada de otro mundo?.

Y si creí que todo se había terminado, estaba equivocada, se venía lo peor.

-Y digo, ya que esta, podríamos aprovechar la ropita no?

Sentí fuego en mis venas, mi cara completamente roja de odio me hizo hacer algo inesperado. Lo bese. Si, lo bese, y se que sintió algo que nadie le hizo sentir. Su piel se erizo completamente y su cuerpo se dejo llevar por mi pasión a las diez treinta de la mañana. Sus manos pasaron de ser un peso en mi cuerpo a ser una caricia al alma. Su beso apasionado y dulce me descoloco y perdí el eje. Ya no sabía que hacía, solo se que me dejaba llevar. Un grito nos caso de ese placer único.

-¡Corten! Grito el director.

– Es la mejor escena que he visto en mi vida. Si no supiera que son los mejores amigos, creería que son amantes de verdad.

Y su risa, la del pelado, se poso en mí de manera furtiva entendiendo sus pensamientos. El director había dicho una gran verdad, éramos amantes hace años y ese jueguito lo habíamos practicado la noche anterior.


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