Hace una semana, preparando un nuevo programa de radio -ya os comentaré más cosas sobre este nuevo proyecto que tenemos entre manos- resulta que me encontré al azar con esta grandiosa canción interpretada por el incombustible Tony Bennett.
Al igual que ocurre con determinados artistas o discos clave, esta canción ha supuesto un punto de inflexión, un cambio en mi perspectiva musical y hasta casi personal me atrevería a decir.
Fue escucharla una vez de primeras y luego no parar de hacerlo en forma de bucle, tantas veces, que incluso perdí la cuenta. Ahora aprecio un poco más la belleza, la clase, la elegancia...
Me vendrá bien: