Revista Espiritualidad

Esas maneras de ser que no aceptas...

Por Manugar
La “Teoría de los Yos” explica que nuestra personalidad está compuesta por una multiplicidad de yos que toman el mando según sea necesario, para protegernos de los peligros, garantizar nuestra supervivencia y lograr que seamos menos vulnerables.
Básicamente, somos una mezcla de patrones energéticos o “yos”. Algunas de esas energías nos resultan familiares y nos sentimos cómodos con ellas pero otras pueden ser extrañas o incluso francamente desagradables. En ese caso, se hace referencia a los “yos repudiados”.
Haz una pausa y piensa en alguien que te resulta muy desagradable. ¿Cuáles son los rasgos que más te desagradan? ¿Por qué desprecias a esa persona? Determina cuáles son las cualidades que te repelen.
Acabas de descubrir tu primer yo repudiado. Esos rasgos que tanto te irritan reflejan un patrón energético que se encuentra dentro de ti y que, bajo ninguna circunstancia quieres integrar en tu vida.
De hecho, podemos detectar fácilmente los yos repudiados debido a la intensa reacción emocional que tenemos cuando apreciamos esas características en los demás. Por ejemplo, una persona profundamente espiritual puede llegar a sentir un profundo desprecio por alguien exitoso que ha acumulado riquezas a lo largo de su vida. Una persona que ha tenido que labrarse a sí misma, trabajando duro, puede sentir una profunda repulsión por la “gente débil” y quejica.
Estos ejemplos transmiten de forma muy clara las intensas reacciones que provoca el yo repudiado cuando lo descubrimos en otra persona. Esas reacciones no son más que el resultado de un patrón energético que escondemos, y de la energía que utilizamos para mantenerlo oculto a nuestra conciencia.
Esas maneras de ser que no aceptas...

"Abrazar" los yos repudiados


El primer paso es reconocer cuándo un yo repudiado está operando. Para lograrlo suele ser suficiente con que te mantengas atento a tus reacciones emocionales. Cuando los comportamientos de una persona te resulten realmente desagradables, hasta el punto de ser casi insoportables, es porque son un reflejo de un yo repudiado.
En este punto te darás cuenta de que no necesitas “enderezar” o “corregir” a esa persona, sino mirar dentro de ti. 
El segundo paso consiste en descubrir esas cualidades con las que te sobreidentificas, esas de las que te sientes particularmente orgulloso, como ser muy exigente o mostrarse siempre amable. Esas cualidades te hacen sentir especial y es probable que no quieras perderlas. Sin embargo, debes pensar que también te están limitando, a pesar de que consideres que son positivas.
Las cualidades con las que te has sobreidentificado te pueden convertir en una persona intolerante e inflexible, que no se puede relajar ni acepta que existan otras facetas en su personalidad. Esas cualidades te llevan a juzgar a los demás con tu propia vara y harán que siempre te mantengas en tu zona de confort, sin descubrir todo el potencial que llevas dentro de ti.
El tercer y último paso es el más divertido. Una vez que te hayas formado la idea de cómo es ese yo repudiado, intenta ponerte en su lugar y hablar con él. Imagina cómo dirigiría y asumiría diferentes situaciones si tuviera el mando de tu vida. 
Muy pronto sentirás que te recorre una energía diferente. Puedes aprovecharla para ver el mundo y tus problemas bajo una nueva perspectiva. Esos yos repudiados suelen ser una increíble fuente de nuevas ideas, soluciones e inspiraciones.
Por supuesto, no se trata de que le des el mando, no tienes que convertirte en ese yo repudiado, se trata simplemente de que aceptes esa parte que hay en ti y, de vez en cuando, escuches lo que tiene que decir.
"No nos molestan aquellos defectos que nosotros no tenemos" (Miguel de Unamuno)

Fuentes: Jennifer Delgado Y Stone, H. & Stone, S. L. (2014) Manual del Diálogo de Voces. 

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