Aviso de Spoilers: Si ya enviaste tu carta a Santa o piensas enviarla, no leas esta entrada.
Hace un tiempo que me di cuenta de que ese señor gordo de ropa roja y que lleva un saco (y a veces una campana), es solamente un concepto. O un personaje ficticio. O la mascota del mercantilismo... Defínanlo como quieran, el punto es que ya no me trae regalos.
Y ahora, ¿a quién le pido un libro para Navidad?
Alguna vez fuí una niña inocente que descubría regalos bajo el árbol de navidad. No recuerdo cuando fue eso, pero sé que ocurrió. Ni en mi inocencia, ni en esos años posteriores en los que sabía como aparecían esos regalos, pero no me quejaba... nunca se me ocurrió pedir un libro. Aunque no sé si alguna vez pedí algo específico.
Tenía los libros que quería, porque no había publicidad ni librería que me dijeran que libros me faltaban. Además, ahí estaba la biblioteca de la escuela. No iba a pedir libros.
Y ahora... Ahora tengo esa lista de libros por leer, pero perdí la dirección de ese taller escondido en algún lugar del Polo Norte.Antes de que comiencen a derramar lagrimitas y sentir pena por esta lectora compulsiva, permítanme contarles que sé cuál es la solución para mi problema: Desconocidos de distintas partes del mundo tienen la gentileza de regalar libros porque hoy es hoy y porque ellos son altruistas... o quieren darse a conocer o perfeccionarse.
Así que esta Navidad, como cualquier del año, aceptaré la historia de un extraño y la disfrutaré como disfruté mis libros de niña: Unas páginas sí y otras no. Me tomaré la molestia de agradecerle tarde o temprano y cualquier día regalaré una historia para desconocidos.
A veces me piden que lo explique. A muchos no les cabe en la cabeza: ¿Quién regala su esfuerzo? Puedo decir mil palabras o ninguna, según las circunstancias. Pero, la verdad no hay nada que explicar. A veces las personas regalan su esfuerzo solamente porque quieren. No siempre en algo que pueda sujetarse, verse o pasar al próximo.
Intercambiar regalos es solamente otra manera de relacionarnos con las personas. La Navidad es una buena excusa para hacer ambas cosas. Seguro han notado que cada año hay más personas que dicen que también lo es para el consumismo; sin embargo, se espera con más anticipación cada vez, a tal grado que ya se pueden observar adornos que combinan la navidad con... ¿Halloween? Mejor me reservo el comentario.
Sí, creo que a veces olvidamos el punto de la celebración navideña. Y, no, no me preocupa demasiado, porque la solución es sencilla: recordarlo.
¿Se dan cuenta de como llegamos a esto? Yo hablaba de las oportunidades que perdí para pedir un libro a Santa Claus. Después de un momento hablando con ustedes, veo que no importa. Muchas oportunidades de todo tipo pueden ser construidas a partir de hoy.
Así que, disfruten lo que queda de la espera por la Navidad. Y ya que andan en eso, creen oportunidades. Regalar un poco de esfuerzo, no hace daño.