Arte: Aaron Johnson
No escribimos porque tengamos algo que decir, sino porque tenemos ganas de decir algo.
¿Que es el dolor? Una sensación que no quiere borrarse, una sensación ambiciosa.
La esterilidad nos vuelve lucidos y despiadados. En cuanto dejamos de producir, todo lo que hacen los demás nos parece nos parece falto de inspiración y sustancia. Juicio cierto, sin duda. Pero tendríamos que haberlo emitido antes, cuando estábamos produciendo, cuando precisamente estábamos haciendo lo mismo que los demás.
Esas pesadillas frustradas, esas pesadillas que se arrastran, que se prolongan, en ausencia de nuevas catástrofes. ¡Despertarse con sobresalto por falta de interés!
Solo nos transportan, solo son contagiosas las palabras nacidas de la iluminación o del frenesí, dos estados en los que nos volvemos irreconocibles.
Desapego, serenidad: palabras vagas y casi vacías, excepto en esos instantes en que hubiésemos respondido con una sonrisa si se nos hubiera anunciado que solo nos quedaban unos minutos.
Las cosas que dependen de nosotros y las que no dependen. ¿cómo sepáralas? No sé.
A veces me siento responsable de todo lo que hago, aunque, pensándolo bien, quizá haya seguido un impulso del que no era dueño; en otras ocaciones, me creo condicionado o sometido, y, sin embargo, no he hecho otra cosa que adaptarme a un razonamiento concebido fuera de toda obligación, incluso…racional.
Imposible saber cuándo y cómo somos libres, cuándo y cómo estamos manipulados. Si siempre quisiéramos examinarnos para identificar la naturaleza precisa de un acto, desembocaríamos mas bien en un vértigo que en una conclusión. Deduzcase que si hubiese una solución para el problema del libre albeldrio, la filosofía no tendría ninguna razón de ser.
C.M Cioran
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