Revista Cultura y Ocio
Cuando vi a la Muerte sentada en un banco del parque, torcí por un sendero para evitar saludarla, por si las moscas... Sin embargo, el rojo apagado de sus ojos movió a que me acercara. –No es habitual encontrarla por aquí –farfullé. –Es que se ve tan linda la noche… pero debo seguir con los encargos. –Espero que no sean de por acá cerca. –¡Qué va! Tengo pedidos hasta del otro lado del mundo. Tanto los de Arriba como los de Abajo me agobian con su escalada armamentista. –¡¿Cómo es eso?! –Los de Arriba y los de Abajo. Celestes y Rojos. Miden fuerzas para probar quién domina el Más Allá. Mi boca abierta y muda la invitó a continuar. –Desde el inicio, las cosas estuvieron parejas. Se moría uno bueno, luego uno malo y así. En las catástrofes había de todo. Los poderes estaban balanceados. Ahora es una competencia feroz. Los bandos se acusan de haberla iniciado y expanden sus ejércitos. Si los de Abajo consiguen un nuevo príncipe, los de Arriba contestan con dos arcángeles. Si los Celestes buscan infantería con un terremoto, enseguida los otros acumulan adeptos con una guerra. Y yo soy la que va y viene con los encargos. Me tienen harta los celestismos, los infiernismos y todos esos ismos. «Pobre, qué trabajo». –¿Fuma? –pregunté ofreciéndole un cigarrillo, para conversar un poco más. –Te acepto uno. Si hay algo que me atrae es el tabaco.
© Sergio Cossa 2012Pie de página del feed