El tema de las repoblaciones de salmónidos ya ha sido tratado en numerosas ocasiones en este blog. He comentado con cifras y estudios científicos no sólo la ineficacia de estas prácticas como medida de refuerzo de poblaciones, sino también, y más importante, los efectos negativos de las mismas sobre las poblaciones residentes. También he aportado los últimos datos que justifican su fracaso y que confirman que los salmones salvajes son capaces de colonizar los ríos sin ninguna ayuda humana.
Pero como suele ocurrir en nuestro país, a la hora de tomar decisiones, lo de menos son los datos, los estudios y las evidencias. Las decisiones se toman por intuición o más frecuentemente por presión de algunos colectivos, aunque esto implique ignorar cientos de informes, trabajos científicos y datos empíricos y en cambio aceptar como norma suposiciones y vivencias anecdóticas.
Pero aparte del tema de la supervivencia de los salmones repoblados, un tema muy preocupante es el de la captura y extracción de ejemplares salvajes para desovarlos y criarlos en cautividad. Las repoblaciones no solo implican la suelta de millones de peces domésticos al río, sino que necesitan de la captura de reproductores salvajes que harían ese trabajo infinitamente mejor (han luchado toda su vida para ello) y sin que nosotros tuviéramos que gastar un sólo euro.
Escala salmonera en la presa del Furacón (Ríu Nalón)
Pero los salmones no se dejan coger fácilmente, por lo hay que disponer de capturaderos, que normalmente se sitúan en las escalas de las presas, donde es más sencillo colocar una trampa que en medio del cauce. Eso es lo que se ha hecho en el Río Nalón, en la presa del Furacón, donde se construyó una escala en el año 2009 para permitir a los peces acceder a los tramos altos del río, donde no llegaban desde hacía varias décadas. En esta obra se gastó más de un millón de euros pero lo cierto es que actualmente sólo sirve de capturadero, ya que todos los peces que la remontan son transportados hasta una piscifactoría para su desove artificial. Aunque se debería dejar pasar a la mitad de los salmones que llegan, lo cierto es que se ha establecido un cupo de capturas de adultos y hasta que no se alcanza no se abre la reja, por lo que prácticamente ni un sólo salmón salvaje ha remontado el río en los últimos años.
Detalle de la reja que impide el paso a los salmones en la escala.
Resumiendo, en una época de crisis como la actual, cuando los recursos destinados al medio ambiente se han reducido a la mínima expresión, y los pocos que quedan se deberían mimar escrupulosamente, se gasta una enorme cantidad de dinero en construir un capturadero para realizar unas acciones de muy dudosa eficacia y así satisfacer a un colectivo de pescadores deportivos. Lo menos importante es recuperar a una especie en peligro de extinción, lo importante es que el colectivo se sienta satisfecho.
El uso de esta carísima obra de ingeniería como capturadero había pasado inadvertido para la mayoría de la gente, incluso para muchos pescadores que criticaron duramente esta práctica. Por supuesto, la respuesta de la Asociación de Pescadores Las Mestas del Narcea, a cuya piscifactoría se destinan los reproductores capturados, no se ha hecho esperar. En un artículo publicado hace unos días en la prensa regional, justificaban estas capturas como un beneficio para la especie, ya que según ellos, los salmones que nacerían de los desoves naturales no serían capaces de bajar el río al encontrarse con varias presas en su retorno hacia la mar.
Para apoyar estas afirmaciones comentaban un estudio según el cual sólo el 60% de los esguines pasaría las turbinas, con lo cual, lo mejor es que no pase ninguno. Pero curiosamente pretenden soltar parte de la repoblación en el río Narcea, por encima de la presa de Calabazos, porque ésta "impide la subida de los salmones a desovar a las zonas más altas del río". ¿En que quedamos? También es curioso que otras asociaciones de pescadores solicitaran la construcción de una escala en esa misma presa. Por cierto, el representante de las Mestas del Narcea "aplaudió la iniciativa y apostilló el carácter social de la demanda".
Continúan las contradicciones, ¿por qué soltar salmones aguas arriba de una presa si se van a morir los esguines en el descenso?; ¿Si "subir El Furacón no garantiza el desove ni la supervivencia de los salmones, según los pescadores de la sociedad «Las Mestas del Narcea», porque solicitan la construcción de más escalas en otras presas similares?
Por último, unas pregunta destinadas a los gestores del medio fluvial.
(a) ¿Por qué se gastó un millón de euros en una obra de este calibre si los salmones que la iban a usar se iban a destinar a repoblar otros tramos de río?
(b) Si el objetivo de la escala es que los salmones lleguen a los tramos superiores a la misma, ¿por qué no se los deja pasar?
(c) ¿Están de acuerdo los gestores con las cifras de mortalidad en las turbinas que citan las asociaciones de pescadores? Si lo están ¿Qué sentido tiene la construcción de las escalas salmoneras?
Y la pregunta del millón: ¿Por qué se sigue matando deportivamente a una especie que se ha extinguido en el 69% de los ríos ibéricos con presencia histórica? ¿Por qué se siguen matando salmones deportivamente cuando el número de capturas, sólo en Asturies, pasó de 6500 en 1970 a 250 en 2010, después de haber aumentado el número de licencias más del 350%?
Dejemos al salmón en paz, dejémoslo remontar el río y reproducirse naturalmente como ha hecho durante miles de años sin "nuestra ayuda".