Un gélido escalofrío recorrió su espalda de arriba abajo mientras giraba
con pulso tembloroso el pomo de la puerta de la habitación.
La oscuridad de la noche había pintado de negro la habitación, así que,
tras sacar una linterna de su mochila, la encendió, examinando con
cuidado cada detalle del lugar.
La luz se paró en seco en la pared del fondo; había escrito un mensaje: "Serás el siguiente", escrito con sangre.
Ahogando un grito, dejó caer la linterna.
Con el pulso cada vez más acelerado, intentó buscar la salida corriendo
sin dirección por los pasillos, sin darse cuenta que estaba llegando a
un punto de no retorno.
Texto: Álvaro González Herranz