El olor a podredumbre que desprenden ya los escándalos de corrupción en España –y en las comunidades autónomas que se declaran no españolas, aunque roban exactamente igual- es ya inaguantable. A este ritmo no sólo no vamos a salir de esta situación político-social, sino que cada día nos hundimos un poco más en esta ponzoña política plagada de chorizos, caraduras, mentirosos, avariciosos, soberbios y grotescos personajes que sólo producen en el sentir general asco, vergüenza y repugnancia.
Hace apenas unos días nos enterábamos del tinglado que tenían montado algunos de los políticos más conocidos y empresarios de renombre con las tarjetas black de Caja Madrid, usadas para comprar caprichos y todo en B, fraude sobre fraude. Parecía que tras los escándalos de Puyol y los papeles de Bárcenas, esto era ya el final de la lista de saqueos al erario público. Pero no, ahora la justicia ha puesto en marcha la operación Púnica, saltó ayer con la macrorredada en la que fueron detenidas más de 50 personas, de las cuales es Francisco Granados el nombre más conocido.
Si alguno no recuerda bien, Francisco Granados se hizo famoso en política gracias a un episodio tan indigno en una democracia como repugnante; nos referimos al Tamayazo, hecho que permitió a Esperanza Aguirre alcanzar la presidencia de la Comunidad de Madrid debido a que dos diputados del PSOE, presuntamente sobornados, votaron en contra de la investidura de Rafael Simancas como presidente y se pasaron al PP, uno de éstos ejemplos de ética política y firmeza ideológica era Francisco Granados, protagonista de uno de los escándalos más vergonzosos, que se convirtió en el número 2 del gobierno de la Condesa Fast and Furious.
Hace algunos meses, este individuo tuvo que dejar la política porque se descubrió que tenía una cuenta en Suiza, que primero negó tenerla, pero no tuvo más remedio que reconocer. Como consecuencia de esto y algunos escándalos más, hoy, este detestable tipejo ha sido detenido, esperamos que sea condenado y pague por todo el daño que ha hecho a la democracia.
Esta ha sido, dentro de lo que cabe, la buena noticia, ya que al menos ha sido detenido. El contrapunto está en el trato de favor del que han gozado otros. Jordi Puyol sigue gozando de una pensión de jubilado pese a haber defraudado durante 30 años. Y Rodrigo Rato, investigado por la Gürtel, por el caso Bankia y por las Tarjetas Black –en realidad todo es el mismo caso- ha realizado un viaje hace unos días a Suiza con el consentimiento de quien lo está investigando. Que ha ido a poner el dinero que ha defraudado a buen recaudo no lo duda nadie; lo extraño es que se lo hayan permitido. Si quien te tiene que atrapar actúa como tu cómplice, mal asunto.
Y así pasan los años, los mese las semanas, sumando escándalos y con un país que agoniza por los cuatro costados, cada vez con más carencias y ciudadanos más ninguneados, despreciados y exprimidos.