Esta semana os hablaba del otoño en Japón y la tradición del momiji, salir a observar el cambio de color de las hojas de los árboles. Aunque hay muchos lugares del país para disfrutar del momiji, sin ir más lejos Tokio o Kioto, yo viajé hasta Nikko, en la prefectura de Tochigi, cerca de Ibaraki en el norte. El primer día lo dedicamos a visitar el Santuario de Tōshōgū y el segundo a recorrer la zona de Kinugawa.
Kinugawa es el nombre de un río que nace en las montañas del Parque Nacional de Nikko. Cerca de su nacimiento se encuentra Kinugawa Onsen (鬼怒川温泉), una fuente de aguas termales que se descubrió durante la era Meiji y que llegó a convertirse en una de las más famosas de la región de Kanto. En la década de los 70 la zona sufrió un boom turístico y empezaron a florecer los hoteles y los balnearios, a tan sólo dos horas de Tokio era un destino perfecto para escapar del bullicio de la capital, aunque los años de recesión pasaron factura a Kinugawa y esta entró en declive. El valle está situado al norte de la ciudad de Nikko, como referencia al oeste de la misma quedan el conjunto de templos y santuarios Patrimonio de la Humanidad, una de las atracciones turísticas más importantes que suele incluirse en cualquier viaje a Japón que se precie.
Por lo general, cuando la gente visita Nikko suele moverse también por los alrededores, ya que las montañas de Tochigi ofrecen lugares muy pintorescos. Uno de ellos es el monte Nantai, con el lago Chūzenji y las cataratas Kegon. En lugar de visitar esa zona, nosotros decidimos explorar Kinugawa, al norte. Tuve la suerte de viajar con una amiga japonesa, ya que no hay información alguna sobre Kinugawa en ninguna de mis guías de Japón (ni siquiera la Lonely Planet) y como veréis a continuación es una lugar que merece bastante la pena.
Nichien Momiji Line
Una de las rutas más conocidas de la región de Kinugawa para ir en coche es la 'Nichien Momiji Line' (日塩もみじライン).
Se trata una carretera de peaje de unos 28km que conecta las fuentes termales de Shiobara y de Kawaji. Os la marco en el siguiente mapa para que os orientéis.
La carretera se denomina momiji precisamente porque a lo largo de su recorrido ofrece unas vistas a un paisaje increíble con diferentes variedades de árboles que se tiñen de color en otoño. Cada curva del trayecto está señalizada con una hoja roja de arce y un número, que sirve de referencia para encontrar los puntos de interés indicados en el mapa que hay al principio de la ruta.
Cuando en el anterior post os decía aquello de que los japoneses viven con especial interés algunos acontecimientos que transcurren durante el paso de las estaciones, tales como el florecimiento de los cerezos o el cambio de color de las hojas del arce en otoño, seguro que nunca pensásteis que podrían llegar a dedicar una carretera de montaña específicamente a este propósito.
En efecto, la Momiji Line sube serpenteando por las montañas cruzando bosques de arces y otros árboles cuyas hojas se tornan rojas, amarillas y marrones en otoño, dando lugar a un mosaico de colores propio de un lienzo impresionista.
Como las fotos no hacen verdadera justicia de la belleza única del lugar, me gustaría compartir con vosotros la experiencia a través de un vídeo que grabé mientras conducía por la carretera. Podéis observar que la variedad de colores va creciendo según ascendemos la montaña y lo mejor llega al final, cuando llegamos a la parte donde el momiji ha alcanzado su momento álgido. Por supuesto, recomiendo verlo en calidad 720HD, con los altavoces encendidos y sentados en vuestro sillón favorito.
Como os podéis imaginar, fue un auténtico placer ir en coche con semejante espectáculo visual a ambos lados de la carretera y, una vez más, me alegré mucho de tener el carnet de conducir japonés. Aunque las comunicaciones por tren están muy desarrolladas en este país, ciertamente hay lugares a los que sólo es posible acceder en coche, por lo que a cualquiera que venga a Japón a pasar una larga temporada le recomendaría convalidar el permiso español por el japonés lo antes posible. Sobre todo si tiene pensado viajar por el interior, hay carreteras de montaña preciosas.
Durante el recorrido de la ruta podemos acceder a algunas vistas interesantes como las cataratas Shirataki y Taiko-oroshi o los resorts de ski Edelweiss y Hunter Mountain que operan durante el invierno.
A mitad de camino la ruta asciende hasta los 1500 metros, donde hay un mirador para contemplar la cordillera de Tochigi. Desde aquí podemos admirar las montañas vestidas de un tupido manto marrón extendiéndose hasta el horizonte.
Después, sólo queda el descenso hacia un lado u otro, Shiobara o Kawaji. Nosotros decidimos dar la vuelta y regresar a Kinugawa para detenernos en la Garganta de Ryūōkyō.
Ryūōkyō
A 3 kilómetros de Kinugawa Onsen se sitúa Ryūōkyō (龍王峡), cuyo nombre significa literalmente 'Garganta del Rey Dragón'.
El cañón de Ryūōkyō se formó como resultado de actividad volcánica hace millones de años y la erosión del río Kinugawa con el paso del tiempo; Kinugawa (鬼怒川) que, por cierto, significa 'Río del Demonio Furioso'. La mitología se encarga de poner nombres curiosos a estas maravillas de la naturaleza.
A ambos lados del río los turistas pueden contemplar un peculiar paisaje de paredes de roca volcánica con desfiladeros y cascadas, una de las más famosas es la catarata de Nijimi, de unos cuantos metros de altura. Junto a esta se sitúa el Santuario de Ryūō, rodeado de colores en esta época del año.
La longitud del cañón es de unos 4 kilómetros. Hay una ruta de senderismo que transcurre por caminos a ambos lados del río con espectaculares puentes de hierro atravesando el cañón. Si se dispone de tiempo merece la pena adentrarse y llegar hasta el río para verlo de cerca.
Como véis, Nikko es mucho más que templos y santuarios y Japón es mucho más que lo que pone en las guías. Espero que esta información resulte de utilidad a aquellos que estéis pensando en escapar de Tokio unos días en busca de descanso en plena naturaleza. Si consideráis la opción de moveros en coche, Kinugawa es una buena alternativa en la misma prefectura de Tochigi, aunque también es posible llegar por medio de la Tōbu Kinugawa Line y la Yagan Railway Aizu Kinugawa Line. A los demás, espero que os hayan gustado las fotos y os haya podido acercar un poquito cómo se vive el otoño en Japón.