Revista Ciclismo

Escapada en autocaravana (iii): la alpujarra granadina

Por Rafael @merkabici
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“Alpujarra”, término árabe que significa “tierra de pastos”. Situada en la ladera sur de Sierra Nevada a medio camino entre este promontorio del Sistema Penibético (donde se concentran el segundo, cuarto y sexto pico más alto de España) y la costa mediterránea.

Ya de camino a esta región granadina por la carretera desde Salobreña, nos impone la grandiosa belleza de la naturaleza, que es capaz de elevar los 3482m del Mulhacén desde el nivel del mar en a penas 80km de distancia entre ambos puntos.

ESCAPADA EN AUTOCARAVANA (III): LA ALPUJARRA GRANADINA

De camino a Órgiva, “puerta a la alpujarra”

La nueva ubicación para los siguientes días es el Camping Puerta de la Alpujarra en Órgiva. Montamos nuestro nuevo cuartel general y como teníamos tiempo de sobra decidimos bajar al pueblo, que dista unos 3km del camping en taxi .

ESCAPADA EN AUTOCARAVANA (III): LA ALPUJARRA GRANADINA

Intalados en el camping “Puerta de Alpujarra”. Órgiva

Una vez en el pueblo, tomamos unas cervecitas en una terraza con un bonito patio interior donde ya aprovechamos para cenar. Buen momento de relax donde por un momento conseguimos cambiar el aspecto aventurero del viaje por el de un turismo “normal”.

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De turisteo por Órgiva.

Un paseo por sus calles para bajar la cena, estirar las piernas, ver alguno de sus monumentos y llamar de nuevo al taxi para subir al caming a descansar para el día siguiente.

El sábado amanecíamos con evidente cansancio una hora más tarde de la programada. Un buen desayuno y nos poníamos en marcha desde el mismo camping.

Dos kilómetros de descenso hasta Órgiva nos sirvió para despejar la modorra que teníamos. Antes de entrar en la localidad tomamos el desvío por la GR-421 hacia los turísticos pueblos de Pampaneira, Bubión y Capileira.

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La larga subida de mas de 20km por asfalto nos conduciría hasta las proximidades del Pico Veleta y Mulhacén, ambos presentes en toda la jornada de hoy.

En el primer tramo del ascenso pasamos junto a las bonitas localidades de Cañar, Bayacas, Estortujar y Carataunas. Todas ellas con sus casas blancas encaramadas en las laderas de estas pronunciadas montañas.

Abajo iba quedando Órgiva en lo profundo del valle. Un bonito paso por el Puente de Boyaca sobre el río Chico nos permite divisar por primera vez la altura tomada con el constante pedaleo.

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Punte de Boyaca sobre el río Chico.

Juanjo y Alfonso ya me habían tomado delantera. Pero no importaba, era cuestión de disfrutar de las imágenes que  nos regalaba esta carretera.

A la altura de la Ermita del Padre Eterno el asfalto da un respiro de unos cuatro kilómetros en forma de llaneo y leve descenso a la vez que nos da paso al espectacular Barranco de Poqueira.

Es aquí, al girar a nuestra izquierda, donde se aparece ante nosotros este espectacular cortado con varias poblaciones colgando de las verticales laderas de este paraje. Acabábamos de entrar en el Parque Nacional de Sierra Nevada.

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Barranco Poqueira

El descanso para las piernas acaba justo cuando cruzamos el río Poqueira e iniciamos el ascenso hacia estos tres bohemios pueblos. Los tres con idénticas características. Verticales.

A la salida de Pampaneira nos encotramos con un cruce que tomamos a la izquierda para subir en busca de Bubión por la carretera GR-441. Esta revuelta nos planta de bruces una nueva postal para recordar.

La ladera del barranco a la que se encarama estas localidades y de fondo un Veleta nevado en su cumbre. Recordaba el cartel de bienvenida del anterior pueblo “Viajero, quedate a vivir con nosotros”. Pues me lo estaba pensando muy seriamente en estos momentos.

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Pampaneira, Bubión y Capileira. Al fondo, el Pico Veleta.

Ensimismado con el paisaje llego a Bubión. Pequeño pueblo blanco y de aspecto tranquilo, algo deteriorado por el turismo al menos en su travesía principal con excesivas tiendas de recuerdos y bares. Demasiado pensado para turismo. Pero tal vez su único reclamo de supervivencia.

Solo unos pocos kilómetros más allá se encontraba Capileira, pueblo de acceso al Mulhacén donde termina la carretera.

Una vez cruzado este último pueblo, el asfalto empeora mucho ya que es la pista que da acceso a la plataforma para iniciar el ascenso hasta el pico más alto de la península. Las vistas que nos encontramos en este tramo serán espectaculares. Toda la cuerda del Mulhacén y Veleta están nevadas, pues el deshielo este año se ha retrasado en demasía.

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Sierra Nevada siempre presidiendo la ruta.

Algunas marcas de Circuito BTT indican el mismo trazado que estamos realizando, que casualmente nos obliga a desviarnos de esta pista hacia el Mirador de la Piedra del Ángel, para terminar
nuestro ascenso y comenzar un faldeo por la ladera sur de unos 10 km coincidiendo con el sendero Sulayr y el GR-.

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Faldeando Sierra Nevada, Las Alpujarras.

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Este tramo tiene leves subidas y bajadas, pero muy rápido, nos permite observar a nuestra derecha toda La Alpujarra.

Con cuidado llegamos al peligroso paso del Barranco de la Bina donde me están esperando mis compañeros. El arroyo parece haber devorado la perfecta y ancha pista por la que circulamos, si es que en algún momento hubo paso firme en este punto.

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Paso del Barranco de Bina.

Pasado este lugar, un último repecho de a penas un kilómetro nos sitúa en el punto más alto de la ruta 1812msnm. Ahora solo quedaba descender hasta Trévelez, que quedaba abajo a nuestros pies.

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Vistas de Trévelez.

Una vez en esta localidad, paramos a tomar un refrigerio para poder continuar al camino. Salimos por la GR-421 paralelos al río Trévelez. De nuevo una cómoda carretera con pequeñas ondulaciones que nos sacaría de este bonito y encajonado valle que preside la susodicha localidad.

Al llegar a un cruce abandonamos la zona de Parque Nacional y tomamos dirección Juviles, ya fuera del barranco de Trévelez. La carretera y el tramo se hace rodador y tomo la delantera del grupo. Las vistas se alargan y volvemos a divisar la extensa y recortada Alpujarra. Esta misma carretera hace ahora de límite del espacio protegido.

Una vez en Juvieles debemos desviarnos para descender hasta Nieles por una carretera/pista asfaltada y algo olvidada. El descenso de cotas se consolida en este tramo rápido, pero peligroso.

Una vez en esta pequeña localidad, por la que pasamos sin pena ni gloria, iniciamos una tachuelita para llegar a bonito enclave de la población de Cástaras que nos recibió con un demoledor paredón de apenas 500m que nos hizo retorcernos sobre la bicicleta.

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De Nieles a Cástaras.

Fue aquí donde tuvimos el único susto del viaje donde Juanjo al quitarse el chubasquero tocó con sus huesos en tierra sin ningún incidente importante.

Por esta razón y por la hora que era, decidimos parar a comer en un bar donde nos dieron un buen bocadillo de jamón de la zona, con aceite y tomate. Junto a ello, una buena ensalada de tomate y una tabla de quesos. Regado una fresquita San Miguel. Comida básica que resucita a cualquier muerto.

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Reponiendo energías.

La salida de Cástaras es en ascenso por carretera hasta el cruce, a penas 5 kilómetros que nos permite observar el peculiar enclave de esta localidad como si de un balcón en medio de la ladera se tratase.

Por este lugar ascendemos hasta llegar al cruce de la carretera que traíamos hacía unas horas cuando salíamos del valle de Trévelez. Un breve tramo en el que pronto nos debemos desviar por una pista a nuestra derecha, justo cuando iniciábamos el descenso por el asfalto, a la altura del Cortijo de la Panjulia.

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Cástaras.

Esta pista ancha faldea a media ladera por la Sierra Mercina. Un camino ondulado en su primera parte que nos introduce de lleno en un balcón sobre el cañón del río Trévelez.

Al otro lado del valle, podemos observar una impresionante estampa de lo que son Las Alpujarras y sus pueblos típicos. Manchas blancas asoman sobre el frondoso verde al otro lado del barranco. Son los pueblos de Busquistar, Pórtugos, Pitres, Atalbeitar, Ferreirola… en la ladera sur de Sierra Nevada.

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El balcón de La Alpujarra.

Empiezan a desaparecer los ascensos en este faldeo para poco a poco ir acercándonos a lo que sería el descenso más técnico de la jornada. Una parada para reagrupar nos permite divisar las poblaciones cercanas a nuestro objetivo. Abajo la vega encajonada del río Guadalfeo.

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Divisando los últimos kilómetros, abajo el río Guadalfeo.

Iniciamos el descenso por un sendero estrecho, técnico y muy disfrutón con la sensación de que estábamos cobrándonos lo que nos habíamos ganado a primera hora de la mañana con el continuo ascenso hasta Capileira.

Cinco kilómetros más tarde habíamos llegado a la cota más baja de la jornada. Ahora debíamos buscar una zona de paso sobre el río. Es aquí donde nos encontramos con un puente un poco inestable por el que pasamos con más miedo que gloria.

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Puente sobre el río Guadalfeo.

Una vez cruzado, el camino que seguíamos se encontraba anegado por las aguas del propio río por lo que tuvimos que vadear de nuevo una rama de este cauce, pero sin profundidad.

Ya pasado este refrescante tramo, debíamos salir del cauce por una dura rampa que nos sacaría de nuevo a una pista de acceso a las huertas que existen por la zona.

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En pequeño ascenso bordeamos el barranco de la solana a sus pies hasta llegar a la localidad de Agustines y Tíjola. Desde aquí volvemos a tomar el asfalto para llegar a Órgiva durante tres cansados kilómetros en ascenso, que hacen que la entrada a la ciudad de llegada se haga de forma tranquila y rememorando las anécdotas de la jornada.

Pero aún quedaba cruzar el pueblo y llegar hasta el camping con otros tres kilómetros de ascenso, aunque ahora ya mucho más motivante por vernos en el final de esta dura y espectacular ruta por Las Alpujarras de Granada.

Aquí acaba nuestra aventura por las tierras de sureste de la península. En las próximas escapadas cambiaremos la ubicación de nuestra escapada.


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