El Tren de la Fresa era algo así como la excursión de colegio clásica. Nos llevaron unos cuantos años, hasta que dieron con otra excursión anual y se olvidaron. Lo único que recordaba, pues, es que nos llevaban a Aranjuez y que nos regalaban fresas, así que, cuando mi madre dijo que le gustaría hacerlo, la invitamos por su cumpleaños.
Se trata de un tren histórico. Bueno, la locomotora es moderna, pero los vagones sí que tienen más de cien años. Todo el trayecto de ida está teatralizado con curiosidades sobre el tren y Aranjuez, y al llegar a destino hay varias modalidades.
Nosotros pillamos Fresas del Tajo, que hacía el recorrido por los jardines de Aranjuez e incluía el trayecto en barco. Por desgracia, el día anterior hubo tormenta y los Jardines del Príncipe se cerraron, así que, en vez de darnos la alternativa de elegir otra modalidad, como la entrada al palacio, nos impusieron un recorrido alternativo fuera del parque. No digo que la guía lo hiciera mal o que no fuera interesante, pero fuera de palacio y los jardines hay poco que ver y hubiéramos preferido tener la oportunidad de elegir.
Después de la visita, tuvimos un rato de tiempo libre antes del recorrido en el barco (totalmente prescindible, apenas se ve nada más que maleza, aunque la chica que estaba con el micrófono nos contó muchas cosas interesantes), seguido de otro rato de tiempo libre en el que visitamos todos los demás puntos de interés del pueblo (que no merecían el paseo, para qué engañarnos).
Por la tarde sí que pudimos entrar a los otros parques, el del Parterre y el de la Isla, y además pudimos ver algunas de sus fuentes encendidas, aunque no dio tiempo a verlas y explicarlas todas. Luego, nos acercaron a la estación de ferrocarril (que, por cierto, es una maravilla) y volvimos en el tren, esta vez con menos teatralización pero con muchas curiosidades sobre el paisaje y los trenes narradas desde el altavoz.
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